La Biblia hoy - Reina Valera 1995
Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año
Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 8
David extiende sus dominios
1Después de esto, aconteció que David derrotó a los filisteos, los sometió y tomó a Meteg-ama de manos de los filisteos. 2Derrotó también a los de Moab, y los midió con una cuerda, haciéndolos tenderse en tierra; los que quedaban a lo largo de dos cuerdas los condenó a morir, y a una cuerda llena la dejó con vida. Y fueron los moabitas siervos de David, pagando tributo. 3Asimismo derrotó David a Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba, al ir este a recuperar su territorio al río Éufrates. 4David les capturó mil setecientos hombres de a caballo y veinte mil hombres de a pie, y mutiló los caballos de todos los carros, pero dejó suficientes para cien carros. 5Y vinieron los sirios de Damasco para dar ayuda a Hadad-ezer, rey de Soba; pero David hirió a veintidós mil hombres entre los sirios. 6Puso luego David una guarnición en Siria de Damasco, y los sirios quedaron sometidos a David, pagando tributo. Y Jehová dio la victoria a David por dondequiera que fue. 7Después tomó David los escudos de oro que traían los siervos de Hadad-ezer y los llevó a Jerusalén. 8Asimismo tomó el rey David gran cantidad de bronce de Beta y de Berotai, ciudades de Hadad-ezer. 9Toi, rey de Hamat, supo que David había derrotado a todo el ejército de Hadad-ezer, 10y le envió a su hijo Joram para que lo saludara pacíficamente y lo bendijera, porque había peleado con Hadad-ezer y lo había vencido, ya que Toi era enemigo de Hadad-ezer. Joram llevaba en su mano utensilios de plata, de oro y de bronce, 11los cuales el rey David dedicó a Jehová, junto con la plata y el oro que le había consagrado, provenientes de todas las naciones que había sometido: 12de los sirios, los moabitas, los amonitas, los filisteos, los amalecitas, y del botín de Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba. 13Así ganó David fama. Cuando regresaba de derrotar a los sirios, destrozó a dieciocho mil edomitas en el valle de la Sal. 14Además, puso guarnición en Edom; por todo Edom puso guarnición, y todos los edomitas quedaron sometidos a David. Y Jehová dio la victoria a David por dondequiera que fue.Oficiales de David
15Reinó David sobre todo Israel, actuando con justicia y rectitud para con todo su pueblo. 16Joab hijo de Sarvia era general de su ejército, y Josafat hijo de Ahilud, el cronista; 17Sadoc hijo de Ahitob y Ahimelec hijo de Abiatar eran sacerdotes; Seraías, el escriba; 18Benaía hijo de Joiada mandaba a los cereteos y peleteos, y los hijos de David eran los príncipes.Capítulo 9
Bondad de David hacia Mefi-boset
1Preguntó David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl a quien pueda yo favorecer por amor de Jonatán? 2Había un siervo de la casa de Saúl llamado Siba, al cual llamaron para que viniera ante David.Y el rey le preguntó:
—¿Eres tú Siba? —Sí, para servirte —respondió él. 3El rey le dijo:
—¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, para que yo lo favorezca con la misericordia de Dios?
Respondió Siba al rey:
—Aún queda un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. 4—¿Dónde está? —le preguntó entonces el rey.
Siba respondió al rey:
—Está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lo-debar. 5Entonces el rey David mandó a traerlo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lo-debar. 6Al llegar Mefi-boset hijo de Jonatán hijo de Saúl, ante David, se postró sobre su rostro e hizo una reverencia. David le dijo:
—Mefi-boset.
—Aquí tienes a tu siervo —respondió él. 7Luego David añadió:
—No tengas temor, porque a la verdad yo tendré misericordia contigo por amor de Jonatán tu padre. Te devolveré todas las tierras de tu padre Saúl, y tú comerás siempre a mi mesa. 8Inclinándose él dijo:
—¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo? 9Entonces el rey llamó a Siba, siervo de Saúl, y le dijo:
—Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor. 10Tú, pues, le labrarás las tierras, tú con tus hijos y tus siervos, y almacenarás los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para comer; pero Mefi-boset, el hijo de tu señor, comerá siempre a mi mesa. Siba, que tenía quince hijos y veinte siervos, 11respondió al rey:
—Conforme a todo lo que ha mandado mi señor, el rey, a su siervo, así lo hará tu siervo.
—Mefi-boset —dijo el rey— comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey. 12Tenía Mefi-boset un hijo pequeño, llamado Micaía. Todos los que vivían en la casa de Siba eran siervos de Mefi-boset. 13Pero Mefi-boset, que estaba lisiado de ambos pies, vivía en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey.
Capítulo 10
Derrotas de amonitas y sirios
1Después de esto, aconteció que murió el rey de los hijos de Amón, y reinó en lugar suyo su hijo Hanún. 2Dijo David: Yo tendré misericordia con Hanún hijo de Nahas, como su padre la tuvo conmigo. Y envió David a sus siervos para que lo consolaran por su padre. Pero cuando los siervos de David llegaron a la tierra de los hijos de Amón, 3los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanún, su señor: ¿Crees acaso que por honrar a tu padre, David te ha enviado mensajeros a que te consuelen? ¿No te ha enviado David sus siervos para reconocer la ciudad, inspeccionarla y destruirla? 4Entonces Hanún tomó a los siervos de David, les rapó la mitad de la barba, les cortó los vestidos por la mitad hasta las nalgas, y los despidió. 5Cuando se le hizo saber esto a David, envió gente a su encuentro, porque ellos estaban en extremo avergonzados. Y el rey les mandó a decir: Quedaos en Jericó hasta que os vuelva a nacer la barba, y entonces volved. 6Viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, mandaron a tomar a sueldo veinte mil hombres de a pie entre los sirios de Bet-rehob y los sirios de Soba, mil hombres del rey de Maaca, y doce mil hombres de Is-tob. 7Cuando David oyó esto, envió a Joab con todo el ejército de los valientes. 8Los hijos de Amón salieron y se pusieron en orden de batalla a la entrada de la puerta; pero los sirios de Soba, de Rehob, de Is-tob y de Maaca tomaron posiciones aparte en el campo. 9Viendo, pues, Joab que se le presentaba la batalla de frente y desde la retaguardia, seleccionó a lo mejor de los escogidos de Israel, y se puso en orden de batalla contra los sirios. 10Entregó luego el resto del ejército en manos de su hermano Abisai, y lo alineó frente a los amonitas. 11Y dijo: Si los sirios pueden más que yo, tú me ayudarás; y si los hijos de Amón pueden más que tú, yo te daré ayuda. 12Ten fortaleza, esforcémonos por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios. Que Jehová haga lo que bien le parezca. 13Se acercó Joab, y el pueblo que con él estaba, para pelear contra los sirios; pero ellos huyeron delante de él. 14Entonces los hijos de Amón, viendo que los sirios habían huido, huyeron también ellos ante Abisai y se refugiaron en la ciudad, mientras que Joab dejó de luchar contra los hijos de Amón y volvió a Jerusalén. 15Pero los sirios, al ver que habían sido derrotados por Israel, se volvieron a reunir. 16Hadad-ezer mandó a buscar a los sirios que estaban al otro lado del Éufrates, los cuales llegaron a Helam comandados por Sobac, general del ejército de Hadad-ezer. 17Cuando le fue dado aviso, David reunió a todo Israel, pasó el Jordán y llegó a Helam. Los sirios se pusieron en orden de batalla contra David y pelearon contra él. 18Pero los sirios huyeron delante de Israel, y David les mató a la gente de setecientos carros, y cuarenta mil hombres de a caballo. Hirió también a Sobac, general del ejército, quien murió allí. 19Cuando todos los reyes que ayudaban a Hadad-ezer vieron cómo habían caído derrotados ante Israel, hicieron las paces con Israel y les quedaron sometidos. De ahí en adelante, los sirios temieron seguir ayudando a los hijos de Amón.Capítulo 11
David y Betsabé
1Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, junto a sus siervos y a todo Israel, y ellos derrotaron a los amonitas y sitiaron a Rabá, mientras David se quedó en Jerusalén. 2Un día, al caer la tarde, se levantó David de su lecho, y se paseaba sobre el terrado de la casa real, cuando vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa. 3Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé, hija de Eliam, mujer de Urías, el heteo. 4Envió David mensajeros que la trajeran, y la tomó; cuando llegó, él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y regresó a su casa. 5La mujer concibió y mandó a decir a David: Estoy encinta. 6Entonces David envió a decir a Joab: Envíame a Urías, el heteo. Y Joab envió a Urías a David. 7Cuando Urías llegó ante él, David le preguntó por la salud de Joab, por la salud del pueblo y por la marcha de la guerra. 8Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Cuando Urías salió de la casa del rey, le enviaron un presente de la mesa real. 9Pero Urías durmió a la puerta de la casa del rey, con todos los guardias de su señor, y no descendió a su casa. 10Le hicieron saber esto a David diciendo: Urías no ha descendido a su casa. Entonces David dijo a Urías:—¿Acaso no vienes de viaje? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa? 11Urías respondió a David:
—El Arca, Israel y Judá habitan bajo tiendas; mi señor Joab y los siervos de mi señor, en el campo; ¿cómo iba yo a entrar en mi casa para comer y beber, y dormir con mi mujer? ¡Por vida tuya y por vida de tu alma, nunca haré tal cosa! 12David dijo entonces a Urías:
—Quédate aquí hoy también, y mañana te despediré.
Se quedó Urías aquel día y el siguiente en Jerusalén. 13David lo convidó a comer y a beber con él hasta embriagarlo. Por la tarde salió a dormir en su cama, junto a los guardias de su señor; pero no descendió a su casa. 14A la mañana siguiente, escribió David una carta a Joab, la cual envió por mano de Urías. 15En ella decía: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y alejaos de él, para que sea herido y muera. 16Así, cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes. 17Salieron los de la ciudad y pelearon contra Joab; cayeron algunos del ejército de los siervos de David, y murió también Urías, el heteo. 18Entonces Joab mandó a comunicar a David todos los asuntos de la guerra. 19Y dio esta orden al mensajero: Cuando acabes de contar al rey todos los asuntos de la guerra, 20si el rey comienza a enojarse, y te dice: ¿Por qué os habéis acercado tanto a la ciudad para combatir? ¿No sabíais lo que suelen tirar desde el muro? 21¿Quién hirió a Abimelec hijo de Jerobaal? ¿No arrojó una mujer desde el muro un pedazo de rueda de molino, y murió él en Tebes? ¿Por qué os habéis acercado tanto al muro? Entonces tú le dirás: También tu siervo Urías, el heteo, ha muerto. 22Partió el mensajero y, al llegar, contó a David todo aquello que Joab le había mandado. 23Dijo el mensajero a David:
—Pudieron más que nosotros los hombres que salieron al campo en contra nuestra, bien que les hicimos retroceder hasta la entrada de la puerta; 24pero los flecheros tiraron contra tus siervos desde el muro, y murieron algunos de los siervos del rey; también murió tu siervo Urías, el heteo. 25David respondió al mensajero:
—Así dirás a Joab: No tengas pesar por esto, porque la espada consume, ora a uno, ora a otro; refuerza tu ataque contra la ciudad, hasta que la rindas. Y tú aliéntale. 26Al oir la mujer de Urías que su marido Urías había muerto, hizo duelo por él. 27Pasado el luto, envió David por ella, la trajo a su casa y la hizo su mujer; ella le dio a luz un hijo. Pero esto que David había hecho fue desagradable ante los ojos de Jehová.
Copyright © 1995 by United Bible Societies (http://www.unitedbiblesocieties.org)