La Biblia hoy - Reina Valera 1995

Un plan de lectura bíblica diaria y consejos para saber cómo leer la Biblia adecuadamente

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada: 27/04/2024

2 Reyes 7-9

Capítulo 7

 1Dijo entonces Eliseo: --Oíd la palabra de Jehová: Así dijo Jehová: "Mañana a estas horas valdrá un siclo el seah de flor de harina, y un siclo dos seahs de cebada, a la puerta de Samaria". 2Un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios y le dijo: --Si Jehová abriera ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Él dijo: --Tú lo verás con tus propios ojos, pero no comerás de ello. 3Había a la entrada de la puerta cuatro hombres leprosos, y se decían los unos a los otros: --¿Por qué estamos aquí esperando la muerte? 4Si tratamos de entrar en la ciudad, moriremos en ella, por el hambre que hay en la ciudad; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos, pues, ahora y pasémonos al campamento de los sirios: si ellos nos dan la vida, viviremos, y si nos dan la muerte, moriremos. 5Se levantaron, pues, al anochecer, para ir al campamento de los sirios, y al llegar a la entrada del campamento de los sirios, no había allí nadie. 6Jehová había hecho que en el campamento de los sirios se oyera estruendo de carros, ruido de caballos y el estrépito de un gran ejército, por lo que se dijeron unos a otros: "El rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios para que vengan a atacarnos". 7Así que se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos y el campamento tal cual estaba. Huyeron para salvar sus vidas. 8Cuando los leprosos llegaron al límite del campamento, entraron en una tienda, comieron y bebieron, tomaron de allí plata, oro y vestidos, y fueron a esconderlos. Después volvieron, entraron en otra tienda, y de allí también tomaron cosas que fueron a esconder. 9Luego se dijeron unos a otros: --No estamos haciendo bien. Hoy es día de buenas noticias y nosotros callamos. Si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzará nuestra maldad. Vamos pues, ahora, entremos y demos la noticia en la casa del rey. 10Fueron, pues, llamaron a los guardias de la puerta de la ciudad, y les gritaron diciendo: "Nosotros fuimos al campamento de los sirios y no había allí nadie, ni se oía ninguna voz humana; solo estaban los caballos atados, los asnos también atados y el campamento intacto". 11Los porteros gritaron y lo anunciaron dentro, en el palacio del rey. 12Se levantó el rey de noche y dijo a sus siervos: --Os voy a decir lo que nos han hecho los sirios. Ellos saben que tenemos hambre, han salido de las tiendas y se han escondido en el campo, pensando: "Cuando hayan salido de la ciudad, los tomaremos vivos y entraremos en ella". 13Entonces uno de sus siervos propuso: --Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado en la ciudad (porque los que quedan acá también perecerán, como toda la multitud de Israel que ya ha perecido). Los enviaremos para ver qué pasa. 14Tomaron, pues, dos caballos de un carro y los envió el rey al campamento de los sirios, diciendo: "Id y ved". 15Ellos los siguieron hasta el Jordán y vieron que todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los sirios habían arrojado por la premura. Regresaron los mensajeros y lo hicieron saber al rey. 16Entonces el pueblo salió y saqueó el campamento de los sirios. Y, conforme a la palabra de Jehová, fue vendido un seah de flor de harina por un siclo, y dos seahs de cebada por un siclo. 17El rey había puesto a la puerta a aquel príncipe sobre cuyo brazo él se apoyaba, pero el pueblo lo atropelló a la entrada, y murió, conforme a lo que había dicho el varón de Dios cuando el rey descendió a él. 18Aconteció, pues, de la manera que el varón de Dios había anunciado al rey, al decir: "Serán vendidos por un siclo dos seahs de cebada, y el seah de flor de harina será vendido por un siclo mañana a estas horas, a la puerta de Samaria". 19A lo cual aquel príncipe había respondido al varón de Dios: "Si Jehová abriera ventanas en el cielo, ¿pudiera suceder esto?" Y él le había dicho: "Tú lo verás con tus ojos, pero no comerás de ello". 20Y así le sucedió, porque el pueblo lo atropelló a la entrada, y murió.

Capítulo 8

Los bienes de la sunamita devueltos

 1Habló Eliseo con aquella mujer a cuyo hijo él había revivido, y le dijo: "Levántate, vete tú y toda tu casa a vivir donde puedas, porque Jehová ha llamado al hambre, la cual vendrá sobre la tierra por siete años". 2Entonces la mujer se levantó e hizo como el varón de Dios le dijo: ella y su familia se fueron a vivir durante siete años a tierra de los filisteos. 3Cuando pasaron los siete años, la mujer volvió de la tierra de los filisteos, y fue a implorar al rey por su casa y por sus tierras. 4El rey estaba hablando con Giezi, criado del varón de Dios, y le decía: "Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo". 5Y mientras Giezi le contaba al rey cómo había revivido a un muerto, llegó la mujer a cuyo hijo él había revivido, para implorar al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: "Rey y señor mío, esta es la mujer y este es su hijo, al cual Eliseo revivió". 6El rey preguntó a la mujer y ella se lo contó. Entonces el rey le ordenó a un oficial: "Haz que le devuelvan todas las cosas que eran suyas y todos los frutos de sus tierras, desde el día que dejó el país hasta ahora".

Hazael reina en Siria

 7Luego Eliseo se fue a Damasco. Ben-adad, rey de Siria, estaba enfermo, y le avisaron: "El varón de Dios ha venido aquí". 8Entonces el rey dijo a Hazael: "Toma en tus manos un presente, ve a recibir al varón de Dios y consulta por medio de él a Jehová, preguntando: "¿Sanaré de esta enfermedad?"" 9Tomó, pues, Hazael en sus manos un presente de entre los bienes de Damasco, cargados en cuarenta camellos, y fue a su encuentro. Al llegar, se detuvo ante él y le dijo: --Tu hijo Ben-adad, rey de Siria, me ha enviado a preguntarte: "¿Sanaré de esta enfermedad?" 10Eliseo le dijo: --Ve y dile: "Seguramente sanarás". Sin embargo, Jehová me ha revelado que ciertamente morirá. 11El varón de Dios lo miró fijamente y estuvo así hasta hacer que se ruborizara. Luego el varón de Dios se echó a llorar. 12Entonces Hazael le preguntó: --¿Por qué llora mi señor? Él respondió: --Porque sé el mal que vas a hacer a los hijos de Israel: Pegarás fuego a sus fortalezas, a sus jóvenes matarás a espada, estrellarás a sus niños y abrirás el vientre a las mujeres que estén encintas. 13Hazael dijo: --Pues, ¿qué es tu siervo, este perro, para que haga tan grandes cosas? Eliseo respondió: --Jehová me ha revelado que tú serás rey de Siria. 14Hazael se fue y se presentó ante su señor, el cual le preguntó: --¿Qué te ha dicho Eliseo? Él respondió: --Me dijo que seguramente sanarás. 15Pero al día siguiente tomó un paño, lo metió en agua y lo puso sobre el rostro de Ben-adad, el cual murió. En su lugar reinó Hazael.

Reinado de Joram de Judá

 16En el quinto año de Joram hijo de Acab, rey de Israel, comenzó a reinar Joram hijo de Josafat, rey de Judá. Hasta entonces Josafat había sido rey de Judá. 17Tenía Joram treinta y dos años cuando comenzó a reinar y reinó ocho años en Jerusalén. 18Anduvo en el camino de los reyes de Israel, como había hecho la casa de Acab, porque una hija de Acab fue su mujer, así que hizo lo malo ante los ojos de Jehová. 19Con todo, Jehová no quiso destruir a Judá, por amor a David, su siervo, pues había prometido darles una lámpara a él y a sus hijos para siempre. 20En tiempos de Joram se rebeló Edom contra el dominio de Judá y proclamaron su propio rey. 21Joram, con todos sus carros, pasó por tanto a Zair. Se levantó por la noche y atacó a los de Edom, los cuales lo habían sitiado junto con los capitanes de los carros, pero el pueblo huyó a sus tiendas. 22No obstante, Edom se liberó del dominio de Judá, hasta hoy. En aquel tiempo también se rebeló Libna. 23Los demás hechos de Joram y todo lo que hizo, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 24Joram durmió con sus padres y fue sepultado con ellos en la ciudad de David. En su lugar reinó Ocozías, su hijo.

Reinado de Ocozías de Judá

 25En el año doce de Joram hijo de Acab, rey de Israel, comenzó a reinar Ocozías hijo de Joram, rey de Judá. 26Ocozías tenía veintidós años cuando comenzó a reinar y reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre fue Atalía, hija de Omri, rey de Israel. 27Anduvo en el camino de la casa de Acab, e hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como la casa de Acab, porque era yerno de la casa de Acab. 28Partió con Joram hijo de Acab para hacer la guerra a Hazael, rey de Siria, en Ramot de Galaad, pero los sirios hirieron a Joram. 29El rey Joram regresó a Jezreel para curarse de las heridas que los sirios le hicieron frente a Ramot, cuando peleaba contra Hazael, rey de Siria. Como Joram hijo de Acab estaba enfermo, Ocozías hijo de Joram, rey de Judá, descendió a visitarlo en Jezreel.

Capítulo 9

Jehú es ungido rey de Israel

 1Entonces el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas y le dijo: "Ciñe tu cintura, toma esta redoma de aceite en tus manos y ve a Ramot de Galaad. 2Cuando llegues allá, verás allí a Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi. Entra, haz que se levante de entre sus hermanos y llévalo a otra habitación. 3Toma luego la redoma de aceite, derrámala sobre su cabeza y di: "Así dice Jehová: Yo te he ungido como rey de Israel". Entonces abre la puerta y echa a correr sin detenerte". 4Partió, pues, el joven profeta hacia Ramot de Galaad. 5Cuando llegó, los jefes del ejército estaban reunidos. Entonces dijo: --Jefe, tengo que decirte una palabra. --¿A cuál de todos nosotros? --preguntó Jehú. --A ti, jefe --respondió el profeta. 6Jehú se levantó y entró en la casa. Entonces el otro derramó el aceite sobre su cabeza y le dijo: --Así dijo Jehová, Dios de Israel: "Yo te he ungido como rey del pueblo de Jehová, de Israel. 7Herirás la casa de Acab, tu señor, para que yo vengue la sangre de mis siervos los profetas y la sangre de todos los siervos de Jehová, derramada por la mano de Jezabel. 8Toda la casa de Acab perecerá y exterminaré a todo varón de Acab en Israel, tanto al siervo como al libre. 9Trataré a la casa de Acab como a la casa de Jeroboam hijo de Nabat y como a la casa de Baasa hijo de Ahías. 10A Jezabel se la comerán los perros en el campo de Jezreel y no habrá quien la sepulte". En seguida abrió la puerta y echó a correr. 11Cuando Jehú salió a reunirse con los siervos de su señor, estos le dijeron: --¿Todo va bien? ¿Para qué vino a verte ese loco? --Vosotros conocéis a ese hombre y lo que dijo --respondió él. 12--Mentira; cuéntanoslo ahora --dijeron ellos. Jehú respondió: --Esto y esto me ha hablado: "Así ha dicho Jehová: Yo te he ungido como rey de Israel ". 13Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto y lo puso debajo de Jehú en un trono alto. Luego tocaron la bocina y gritaron: "Jehú es el rey".

Jehú mata a Joram

 14Así conspiró Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi, contra Joram. (Estaba entonces Joram defendiendo a Ramot de Galaad con todo Israel, a causa de Hazael, rey de Siria. 15Pero el rey Joram había vuelto a Jezreel para curarse de las heridas que los sirios le habían hecho cuando peleaba contra Hazael, rey de Siria.) Y Jehú dijo: "Si esta es vuestra voluntad, ninguno escape de la ciudad para ir a dar la noticia en Jezreel". 16Jehú cabalgó entonces y se fue a Jezreel, porque Joram estaba allí enfermo. También estaba allí Ocozías, rey de Judá, que había descendido a visitar a Joram. 17El atalaya que estaba en la torre de Jezreel vio la tropa de Jehú que venía, y dijo: --Veo una tropa. Joram dijo: --Ordena a un jinete que vaya a reconocerlos y les pregunte: "¿Vienen en son de paz?" 18Fue, pues, el jinete a reconocerlos y les preguntó: --El rey dice: "¿Vienen en son de paz?" Jehú le dijo: --¿Qué tienes tú que ver con la paz? Ponte detrás de mí. Luego el atalaya avisó diciendo: --El mensajero llegó hasta ellos, pero no vuelve. 19Entonces el rey envió otro jinete, que al llegar adonde estaban ellos, dijo: --El rey dice así: "¿Vienen en son de paz?" Y Jehú respondió: --¿Qué tienes tú que ver con la paz? Ponte detrás de mí. 20El atalaya volvió a decir: --También este llegó hasta ellos, pero no vuelve, y el marchar del que viene es como el marchar de Jehú hijo de Nimsi, pues viene impetuosamente. 21Entonces dijo Joram: --Unce el carro. Cuando estaba uncido su carro, salieron Joram, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, y partieron al encuentro de Jehú, al cual hallaron en la heredad de Nabot, el de Jezreel. 22Cuando vio Joram a Jehú, dijo: --¿Vienes en son paz, Jehú? Él respondió: --¿Qué paz puede haber con las fornicaciones de Jezabel, tu madre, y sus muchas hechicerías? 23Entonces Joram volvió las riendas y huyó, mientras le gritaba a Ocozías: --¡Traición, Ocozías! 24Pero Jehú tensó su arco e hirió a Joram por la espalda; la flecha le atravesó el corazón y él cayó en su carro. 25Dijo luego Jehú a Bidcar, su capitán: "Levántalo y échalo a un extremo de la heredad de Nabot, el de Jezreel. Acuérdate que cuando tú y yo íbamos juntos con la gente de Acab, su padre, Jehová pronunció esta sentencia sobre él: 26"Yo he visto ayer la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos, dijo Jehová, y en esta misma heredad te daré tu paga, dijo Jehová". Levántalo pues, ahora, y échalo en la heredad de Nabot, conforme a la palabra de Jehová".

Jehú mata a Ocozías

 27Al ver esto Ocozías, rey de Judá, huyó por el camino de la casa del huerto. Pero Jehú lo persiguió diciendo: "Herid también a este que va en el carro". Lo hirieron a la subida de Gur, junto a Ibleam. Pero Ocozías huyó a Meguido, y allí murió. 28Sus siervos lo llevaron en un carro a Jerusalén y allá lo sepultaron con sus padres, en su sepulcro de la ciudad de David. 29En el undécimo año de Joram hijo de Acab comenzó a reinar Ocozías sobre Judá.

Muerte de Jezabel

 30Después se fue Jehú a Jezreel. Al enterarse Jezabel, se pintó los ojos con antimonio, atavió su cabeza y se asomó a una ventana. 31Y cuando entraba Jehú por la puerta, ella dijo: --¿Todo le va bien a Zimri, asesino de su señor? 32Alzó él entonces su rostro hacia la ventana y dijo: --¿Quién está conmigo? ¿quién? Se inclinaron hacia él dos o tres eunucos. 33Y Jehú les ordenó: --Echadla abajo. Ellos la echaron, y parte de su sangre salpicó la pared y los caballos. Y él la atropelló. 34Entró luego Jehú, y después que comió y bebió, dijo: --Id ahora a ver a aquella maldita y sepultadla, pues es hija de rey. 35Pero cuando fueron a sepultarla no hallaron de ella más que la calavera, los pies y las palmas de las manos. 36Entonces regresaron a comunicárselo. Y él dijo: --Esta es la palabra que Dios pronunció por medio de su siervo Elías, el tisbita: "En la heredad de Jezreel se comerán los perros las carnes de Jezabel. 37El cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo en la heredad de Jezreel, de manera que nadie pueda decir: Esta es Jezabel ".

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La Biblia en un año
"Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes."
(Dt 6:6-7)

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