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La Biblia hoy - Reina Valera 1995

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
03/04/2025

1 Samuel 19-21

Capítulo 19

Saúl procura matar a David

 1Habló Saúl a Jonatán, su hijo, y a todos sus siervos, para que mataran a David; pero Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David, 2y le avisó diciendo:
—Mi padre Saúl procura matarte; por tanto, cuídate hasta la mañana, estáte en lugar oculto y escóndete.
 3Yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo donde tú estés; hablaré de ti a mi padre y te haré saber lo que haya. 4Jonatán habló bien de David a su padre Saúl, y le dijo:
—No peque el rey contra su siervo David, porque ningún pecado ha cometido contra ti y, al contrario, sus obras han sido muy beneficiosas para ti,
 5pues él puso su vida en peligro para matar al filisteo, y Jehová le dio una gran victoria a todo Israel. Tú lo viste y te alegraste. ¿Por qué, pues, vas a pecar contra sangre inocente, matando a David sin causa? 6Escuchó Saúl las palabras de Jonatán y juró:
—¡Vive Jehová!, no morirá.
 7Llamó entonces Jonatán a David y le contó todas estas palabras; él mismo llevó a David ante Saúl, y se quedó a su servicio como antes. 8Después hubo de nuevo guerra; salió David y peleó contra los filisteos, les causó un gran estrago y huyeron ante él. 9Pero el espíritu malo de parte de Jehová se apoderó de Saúl; y estando sentado en su casa con una lanza en la mano, mientras David tocaba, 10Saúl procuró clavar a David con su lanza en la pared, pero él se apartó de delante de Saúl, y la lanza se clavó en la pared. David huyó y se puso a salvo aquella noche. 11Saúl envió luego mensajeros a casa de David para que lo vigilaran y lo mataran por la mañana. Pero Mical, su mujer, le avisó a David: Si no salvas tu vida esta noche, mañana estarás muerto. 12Descolgó Mical a David por una ventana. Él se fue y huyó poniéndose a salvo. 13Tomó luego Mical una estatua y la puso sobre la cama, le acomodó por cabecera una almohada de pelo de cabra y la cubrió con la ropa. 14Cuando Saúl envió mensajeros para capturar a David, ella dijo: Está enfermo. 15Volvió Saúl a enviar mensajeros en busca de David, y les dijo: Traédmelo en la cama para que lo mate. 16Cuando los mensajeros entraron, encontraron la estatua en la cama, y una almohada de pelo de cabra a su cabecera. 17Entonces Saúl dijo a Mical:
—¿Por qué me has engañado así y has dejado escapar a mi enemigo?
Mical respondió a Saúl:
—Porque él me dijo: Déjame ir; si no, yo te mataré.
 18Huyó, pues, David, y se puso a salvo. Se fue adonde estaba Samuel en Ramá, y le contó todo lo que Saúl había hecho con él. Después, él y Samuel se fueron a habitar en Naiot. 19Y avisaron a Saúl, diciéndole: Mira, David está en Naiot de Ramá. 20Entonces Saúl envió mensajeros para que trajeran a David, los cuales vieron una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba allí y los presidía. Vino el espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl y ellos también profetizaron. 21Cuando lo supo Saúl, envió otros mensajeros, los cuales también profetizaron. Saúl volvió a enviar mensajeros por tercera vez, y ellos también profetizaron. 22Entonces él mismo fue a Ramá, y al llegar al gran pozo que está en Secú, preguntó diciendo:
—¿Dónde están Samuel y David?
Uno le respondió:
—Están en Naiot, en Ramá.
 23Salió para Naiot, en Ramá, pero también se apoderó de él el espíritu de Dios, y siguió andando y profetizando hasta que llegó a Naiot, en Ramá. 24También él se despojó de sus vestidos y profetizó igualmente delante de Samuel. Estuvo desnudo todo aquel día y toda aquella noche. De aquí el dicho: ¿También Saúl entre los profetas?

Capítulo 20

Amistad de David y Jonatán

 1Después huyó David de Naiot de Ramá, y fue a decirle a Jonatán:
—¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad, o cuál mi pecado contra tu padre, para que busque mi muerte?
 2Él le dijo:
—De ninguna manera; no morirás. Mi padre no hace ninguna cosa, ni grande ni pequeña, que no me la descubra; ¿por qué, pues, me ha de ocultar mi padre este asunto? No será así.
 3David volvió a jurar, diciendo:
—Tu padre sabe claramente que yo he hallado gracia delante de tus ojos, y dirá: Que Jonatán no sepa esto, para que no se entristezca. Pero, ¡vive Jehová y vive tu alma!, que apenas estoy a un paso de la muerte.
 4Jonatán dijo a David:
—Haré por ti lo que desee tu alma.
 5David respondió a Jonatán:
—Mañana será la luna nueva, y yo acostumbro sentarme con el rey a comer; pero tú dejarás que me esconda en el campo hasta pasado mañana por la tarde.
 6Si tu padre hace mención de mí, dirás: Me rogó mucho que lo dejara ir corriendo a Belén, su ciudad, porque todos los de su familia celebran allá el sacrificio anual. 7Si él dijera: Está bien, entonces tendrá paz tu siervo; pero si se enoja, sabrás que por su parte está decretada mi perdición. 8Harás, pues, misericordia con tu siervo, ya que has hecho a tu siervo contraer un pacto contigo ante Jehová; si hay maldad en mí, mátame tú, pues no hay necesidad de llevarme hasta tu padre. 9Jonatán le dijo:
—Nunca te suceda tal cosa; antes bien, si me entero que mi padre ha determinado hacerte mal, ¿no te lo avisaría yo?
 10Dijo entonces David a Jonatán:
—¿Quién me avisará si tu padre te responde ásperamente?
 11Jonatán dijo a David:
—Ven, salgamos al campo.
Y salieron ambos al campo.
 12Entonces dijo Jonatán a David:
—¡Jehová, Dios de Israel, sea testigo! Cuando le haya preguntado a mi padre mañana a esta hora, o pasado mañana, si todo marcha bien para con David, entonces te lo haré saber.
 13Pero si mi padre intenta hacerte mal, traiga Jehová sobre Jonatán el peor de los castigos, si no te lo hago saber para que te vayas en paz. Que Jehová esté contigo como estuvo con mi padre. 14Si para entonces estoy vivo, usa conmigo la misericordia de Jehová, para que no muera, 15y nunca apartes tu misericordia de mi casa. Cuando Jehová haya eliminado uno por uno a los enemigos de David de la faz de la tierra, no dejes que el nombre de Jonatán sea quitado de la casa de David. 16Así hizo Jonatán un pacto con la casa de David, diciendo: Demándelo Jehová de manos de los enemigos de David. 17Y Jonatán hizo jurar a David otra vez, porque lo amaba, lo amaba como a sí mismo. 18Luego le dijo Jonatán:
—Mañana es nueva luna y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío.
 19Estarás, pues, tres días, y luego descenderás y vendrás al lugar donde estabas escondido el día que ocurrió esto mismo, y esperarás junto a la piedra de Ezel. 20Yo tiraré tres flechas hacia aquel lado, como ejercitándome al blanco. 21Luego enviaré al criado, diciéndole: Ve, busca las flechas. Si digo al criado: Ahí están las flechas, más acá de ti, tómalas, tú vendrás, porque todo va bien para ti y nada malo sucede, ¡vive Jehová! 22Pero si yo digo al muchacho: Allí están las flechas, más allá de ti, vete, porque Jehová quiere que te vayas. 23En cuanto al asunto de que tú y yo hemos hablado, esté Jehová entre nosotros dos para siempre. 24Se escondió, pues, David en el campo, y cuando llegó la nueva luna, se sentó el rey a la mesa, para comer. 25El rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento junto a la pared. Jonatán se levantó, se sentó Abner al lado de Saúl, y el lugar de David quedó vacío. 26Pero aquel día Saúl no dijo nada, porque pensaba: Le habrá acontecido algo y no está limpio; de seguro no está purificado. 27Al siguiente día, el segundo día de la nueva luna, aconteció que el asiento de David se quedó también vacío. Y Saúl dijo a su hijo Jonatán:
—¿Por qué no ha venido a comer hoy ni ayer el hijo de Isaí?
 28Jonatán respondió a Saúl:
—David me pidió encarecidamente que lo dejara ir a Belén.
 29Me dijo: Te ruego que me dejes ir, porque nuestra familia celebra sacrificio en la ciudad y mi hermano me lo ha demandado; por lo tanto, si he hallado gracia a tus ojos, permíteme ir ahora para visitar a mis hermanos. Por esto no ha venido a la mesa del rey. 30Entonces se encendió la ira de Saúl contra Jonatán, y le dijo:
—Hijo de la perversa y rebelde, ¿acaso no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para vergüenza tuya y vergüenza de la madre que te dio a luz?
 31Porque todo el tiempo que el hijo de Isaí viva sobre la tierra, ni tú ni tu reino estarán firmes. Así que manda ahora a buscarlo y tráemelo, porque ha de morir. 32Jonatán respondió a su padre Saúl, y le dijo:
—¿Por qué morirá? ¿Qué ha hecho?
 33Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo; de donde comprendió Jonatán que su padre estaba resuelto a matar a David. 34Se levantó Jonatán de la mesa con exaltada ira y no comió nada el segundo día de la nueva luna; pues estaba afligido a causa de David, porque su padre lo había ofendido. 35Al otro día, de mañana, salió Jonatán al campo, con un muchacho pequeño, a la hora acordada con David. 36Y dijo al muchacho: Corre y busca las flechas que yo tire. Mientras el muchacho iba corriendo, él tiraba la flecha de modo que pasara más allá de él. 37Al llegar el muchacho donde estaba la flecha que Jonatán había tirado, Jonatán le gritaba diciendo:
—¿No está la flecha más allá de ti?
 38Y siguió gritando Jonatán tras el muchacho:
—Corre, date prisa, no te pares.
El muchacho de Jonatán recogió las flechas y volvió adonde estaba su señor.
 39Pero de nada se enteró el muchacho; solamente Jonatán y David sabían de lo que se trataba. 40Luego dio Jonatán sus armas a su muchacho, y le dijo: Vete y llévalas a la ciudad. 41Cuando el muchacho se marchó, David se levantó del lado del sur y se inclinó tres veces postrándose hasta la tierra. Se besaron el uno al otro y lloraron juntos, pero David lloró más. 42Jonatán dijo entonces a David: Vete en paz, porque ambos hemos jurado en nombre de Jehová, diciendo: Que Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre. Se levantó David y se fue; y Jonatán volvió a la ciudad.

Capítulo 21

David huye de Saúl

 1Vino David a Nob, adonde estaba el sacerdote Ahimelec; este salió a su encuentro, sorprendido, y le preguntó:
—¿Por qué estás tú solo, sin nadie que te acompañe?
 2Respondió David al sacerdote Ahimelec:
—El rey me encomendó un asunto, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna del asunto a que te envío, y de lo que te he encomendado. He citado a los criados en cierto lugar.
 3Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que tengas. 4El sacerdote respondió a David y dijo:
—No tengo pan común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si es que los criados se han guardado al menos de tratos con mujeres.
 5David respondió al sacerdote:
—En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros ayer y anteayer; cuando yo salí, ya los cuerpos de los jóvenes estaban puros, aunque el viaje es profano; ¿cuánto más no serán puros hoy sus cuerpos?
 6Así que el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los panes de la proposición, los cuales habían sido retirados de la presencia de Jehová, para colocar panes calientes el día que tocaba retirarlos. 7Y estaba allí aquel día, detenido delante de Jehová, uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, el edomita, el principal de los pastores de Saúl. 8David dijo a Ahimelec:
—¿No tienes aquí a mano una lanza o una espada? Porque no he traído ni mi espada ni mis armas, por cuanto la orden del rey era apremiante.
 9El sacerdote respondió:
—La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela, está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala; porque aquí no hay otra sino esa.
David respondió:
—Ninguna como ella; dámela.
 10Se levantó David aquel día, y huyendo de la presencia de Saúl, se fue a Aquis, rey de Gat. 11Y le dijeron a Aquis sus siervos:
—¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es este de quien cantaban en las danzas, diciendo: Hirió Saúl a sus miles, y David a sus diez miles?
 12David guardó en su corazón estas palabras y temió mucho a Aquis, rey de Gat. 13Por eso cambió su manera de comportarse delante de ellos y se fingió loco en medio de ellos; arañaba las puertas y dejaba que la saliva le corriera por la barba. 14Y Aquis dijo a sus siervos:
—Mirad, este hombre es un demente; ¿por qué lo habéis traído ante mí?
 15¿Acaso me hacen falta locos, para que hayáis traído a este a hacer sus locuras delante de mí? ¿Va a entrar este en mi casa?

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