La Biblia hoy - Reina Valera 1995
Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año
Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 18
Elías regresa a ver a Acab
1Pasó mucho tiempo, y tres años después, llegó palabra de Jehová a Elías, diciendo: Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra. 2Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. En Samaria el hambre era grave. 3Acab llamó a Abdías, su mayordomo. Abdías era muy temeroso de Jehová, 4pues cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió en cuevas de cincuenta en cincuenta, y los sustentó con pan y agua. 5Dijo, pues, Acab a Abdías: —Ve por el país a todas las fuentes de aguas y a todos los arroyos, a ver si acaso encontramos pasto con que conservar con vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias. 6Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino y Abdías fue solo por otro. 7Cuando Abdías iba por el camino, se encontró con Elías. Al reconocerlo, se postró sobre su rostro y dijo:—¿No eres tú Elías, mi señor? 8—Yo soy; ve y dile a tu amo: Aquí está Elías —le respondió él. 9Abdías contestó:
—¿En qué he pecado para que entregues a tu siervo en manos de Acab para que me mate? 10¡Vive Jehová, tu Dios!, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y cuando respondían: No está aquí, hacía jurar a reinos y a naciones que no te habían hallado. 11¿Y ahora tú dices: Ve y dile a tu amo: Aquí está Elías ? 12Acontecerá que luego de que yo me haya ido, el espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa. Y cuando yo vaya a dar la noticia a Acab, él no te hallará y me matará. Pero tu siervo teme a Jehová desde su juventud. 13¿No le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová, que escondí en cuevas a cien de los profetas de Jehová, de cincuenta en cincuenta, y los mantuve con pan y agua? 14Y ahora dices tú: Ve y dile a tu amo: Aquí está Elías. ¿Quieres que me mate? 15Elías le dijo:
—¡Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy!, que hoy me presentaré ante él. 16Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab, le dio el aviso, y Acab fue a encontrarse con Elías. 17Cuando lo vio, le dijo:
—¿Eres tú el que perturbas a Israel? 18Él respondió:
—Yo no he perturbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, al abandonar los mandamientos de Jehová y seguir a los baales. 19Manda, pues, ahora a que todo Israel se congregue en el monte Carmelo, con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel.
Elías y los profetas de Baal
20Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo. 21Entonces Elías, acercándose a todo el pueblo, dijo:—¿Hasta cuándo vacilaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra. 22Elías siguió hablándole al pueblo:
—Solo yo he quedado como profeta de Jehová, mientras que de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. 23Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno; córtenlo en pedazos y pónganlo sobre leña, pero que no le prendan fuego. Yo prepararé el otro buey, lo pondré sobre leña, y tampoco le prenderé fuego. 24Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses; yo invocaré el nombre de Jehová. El Dios que responda por medio del fuego, ese es Dios.
—Bien dicho —respondió todo el pueblo. 25Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escoged un buey y preparadlo vosotros primero, pues sois los más. Invocad luego el nombre de vuestros dioses, pero no le prendáis fuego. 26Ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía. Decían: ¡Baal, respóndenos! Pero no se escuchó ninguna voz, ni hubo quien respondiera; entre tanto, ellos seguían saltando alrededor del altar que habían hecho. 27Hacia el mediodía, Elías se burlaba de ellos diciendo: Gritad con voz más fuerte, porque es un dios. Quizá está meditando o tiene algún trabajo o se ha ido de viaje. ¡Tal vez duerme y haya que despertarlo! 28Seguían ellos clamando a gritos, y se hacían cortes, conforme a su costumbre, con cuchillos y con lancetas, hasta que les chorreaba la sangre. 29Pasó el mediodía y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecer el sacrificio, pero no se escuchó ninguna voz, ni hubo quien respondiera ni escuchara. 30Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Todo el pueblo se le acercó, y Elías arregló el altar de Jehová que estaba arruinado. 31Tomó doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo: Israel será tu nombre, 32y edificó con las piedras un altar al nombre de Jehová. Después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano. 33Preparó la leña, cortó el buey en pedazos, lo puso sobre la leña, 34y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Hacedlo otra vez, dijo; y lo hicieron otra vez. Hacedlo la tercera vez dijo de nuevo; y lo hicieron la tercera vez, 35de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja. 36Cuando llegó la hora de ofrecer el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, que yo soy tu siervo y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. 37Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, Jehová, eres el Dios, y que tú haces que su corazón se vuelva a ti. 38Entonces cayó fuego de Jehová y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y hasta lamió el agua que estaba en la zanja. 39Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios! 40Entonces Elías les dijo: Apresad a los profetas de Baal para que no escape ninguno. Ellos los apresaron y Elías los condujo al arroyo Cisón y allí los degolló.
Elías ora por lluvia
41Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque ya se oye el ruido de la lluvia. 42Acab subió a comer y a beber. Pero Elías subió a la cumbre del Carmelo y, postrándose en tierra, puso el rostro entre las rodillas. 43Luego dijo a su criado:—Sube ahora y mira hacia el mar.
Él subió, miró y dijo:
—No hay nada.
Pero Elías le ordenó de nuevo:
—Vuelve siete veces. 44A la séptima vez el criado dijo:
—Veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar.
Elías dijo:
—Ve y dile a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te lo impida. 45Entre tanto, aconteció que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo un gran aguacero. Subió a su carro Acab y se fue a Jezreel. 46Pero la mano de Jehová estaba sobre Elías, que se ciñó la cintura y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.
Capítulo 19
Elías huye a Horeb
1Acab dio a Jezabel la noticia de todo lo que Elías había hecho y de cómo había matado a espada a todos los profetas. 2Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero para decirle: Traigan los dioses sobre mí el peor de los castigos, si mañana a estas horas no he puesto tu persona como la de uno de ellos. 3Viendo Elías el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida. Al llegar a Beerseba, que está en Judá, dejó allí a su criado. 4Luego de caminar todo un día por el desierto, fue a sentarse debajo de un enebro. Entonces se deseó la muerte y dijo: Basta ya, Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. 5Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; pero un ángel lo tocó, y le dijo: Levántate y come. 6Miró y vio a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas y una vasija de agua; comió, bebió y volvió a dormirse. 7Regresó el ángel de Jehová por segunda vez, lo tocó y le dijo: Levántate y come, porque largo camino te resta. 8Se levantó, pues, comió y bebió. Fortalecido con aquella comida anduvo cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. 9Allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Llegó a él palabra de Jehová, el cual le dijo:—¿Qué haces aquí, Elías? 10Él respondió:
—He sentido un vivo celo por Jehová, Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida. 11Jehová le dijo:
—Sal fuera y ponte en el monte delante de Jehová.
En ese momento pasaba Jehová, y un viento grande y poderoso rompía los montes y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Tras el viento hubo un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. 12Tras el terremoto hubo un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego se escuchó un silbo apacible y delicado. 13Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto, salió y se puso a la puerta de la cueva. Entonces le llegó una voz que le decía:
—¿Qué haces aquí, Elías? 14Él respondió:
—He sentido un vivo celo por Jehová, Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida. 15Jehová le dijo:
—Ve, vuelve por el mismo camino, hacia el desierto de Damasco. Llegarás y ungirás a Hazael como rey de Siria. 16A Jehú hijo de Nimsi lo ungirás como rey de Israel, y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, lo ungirás como profeta para que ocupe tu lugar. 17Al que escape de la espada de Hazael, Jehú lo matará, y al que escape de la espada de Jehú, Eliseo lo matará. 18Pero haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal y cuyas bocas no lo besaron.
Llamamiento de Eliseo
19Partió de allí Elías y halló a Eliseo hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él iban doce yuntas de bueyes, y él conducía la última. Elías pasó ante él y echó sobre él su manto. 20Entonces dejó los bueyes, salió corriendo detrás de Elías y le dijo:—Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré.
Y él le dijo:
—Ve, regresa; ¿acaso te lo he impedido? 21Regresó Eliseo, tomó un par de bueyes y los mató; con el arado de los bueyes coció luego la carne y la dio al pueblo para que comieran. Después se levantó, se fue tras Elías y lo servía.
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