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La Biblia hoy - Reina Valera 1995

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
15/04/2025

1 Reyes 1-2

Capítulo 1

Abisag sirve a David

 1Cuando el rey David era viejo y avanzado en días, lo cubrían de ropas, pero no se calentaba. 2Le dijeron, por tanto, sus siervos: Busquen para mi señor, el rey, una joven virgen que lo atienda y lo abrigue, que duerma a su lado y así mi señor, el rey, entrará en calor. 3Buscaron, pues, una joven hermosa por toda la tierra de Israel; encontraron a Abisag, la sunamita, y la llevaron al rey. 4La joven era hermosa; ella abrigaba al rey y lo servía, pero el rey nunca la conoció.

Adonías usurpa el trono

 5Entonces Adonías hijo de Haguit se rebeló, diciendo: Yo reinaré. Se hizo de carros, de gente de a caballo y de cincuenta hombres que corrieran delante de él. 6En todos sus días su padre nunca lo había reprendido diciéndole: ¿Por qué haces esto? Además, era de muy hermoso parecer, y había nacido después de Absalón. 7Adonías se había puesto de acuerdo con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, los cuales lo ayudaban. 8Pero el sacerdote Sadoc, Benaía hijo de Joiada, el profeta Natán, Simei, Rei y todos los grandes de David no seguían a Adonías. 9Mató Adonías un día ovejas, vacas y animales cebados junto a la peña de Zohelet, que está cerca de la fuente de Rogel, y convidó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de Judá, siervos del rey. 10Pero no convidó al profeta Natán ni a Benaía ni a los grandes, ni a su hermano Salomón. 11Entonces Natán dijo a Betsabé, madre de Salomón:
—¿No has oído que Adonías hijo de Haguit se ha proclamado rey sin saberlo David, nuestro señor?
 12Ven pues, ahora, y oye mi consejo, para que conserves tu vida y la de tu hijo Salomón. 13Ve, preséntate ante el rey David y dile: Rey y señor mío, ¿no juraste a tu sierva, diciendo: Salomón, tu hijo, reinará después de mí, y él se sentará en mi trono? ¿Por qué, pues, reina Adonías? 14Mientras estés allí hablando con el rey, yo entraré detrás de ti y reafirmaré tus palabras. 15Entonces Betsabé entró en la habitación del rey. El rey estaba muy viejo y Abisag, la sunamita, lo servía. 16Betsabé se inclinó e hizo una reverencia al rey. El rey dijo:
—¿Qué te pasa?
 17Ella le respondió:
—Señor mío, tú juraste a tu sierva por Jehová, tu Dios, diciendo: Salomón, tu hijo, reinará después de mí y se sentará en mi trono.
 18Pero ahora reina Adonías, sin que tú, mi señor y rey, todavía lo sepas. 19Ha matado bueyes, animales cebados y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, general del ejército; pero no ha convidado a Salomón, tu siervo. 20Entre tanto, rey y señor mío, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les anuncies quién se ha de sentar en el trono después de mi señor, el rey. 21De otra manera sucederá que cuando mi señor, el rey, duerma con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos considerados culpables. 22Mientras ella aún hablaba con el rey, llegó el profeta Natán. 23Le avisaron al rey diciendo: Aquí está el profeta Natán. Cuando él entró donde estaba el rey, se postró delante del rey rostro en tierra, 24y dijo:
—Rey y señor mío, ¿has dicho tú: Adonías reinará después de mí y se sentará en mi trono?
 25Porque hoy descendió a sacrificar bueyes, animales cebados y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, a los capitanes del ejército, y también al sacerdote Abiatar: están comiendo y bebiendo delante de él, y gritan: ¡Viva el rey Adonías! 26Pero ni a mí, tu siervo, ni al sacerdote Sadoc ni a Benaía hijo de Joiada ni a Salomón, tu siervo, ha convidado. 27¿Es que esto ha sido ordenado por mi señor, el rey, sin haber dado a conocer a tus siervos quién se había de sentar en el trono de mi señor, el rey, después de él?

David proclama rey a Salomón

 28El rey David respondió diciendo: Llamadme a Betsabé. Entró ella a la presencia del rey y se quedó en pie delante de él. 29Entonces el rey hizo este juramento:
—¡Vive Jehová!, que ha redimido mi alma de toda angustia,
 30que como yo te he jurado por Jehová, Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí y se sentará sobre mi trono en lugar mío, así lo haré hoy. 31Betsabé se inclinó ante el rey, con su rostro en tierra, y haciendo una reverencia al rey, dijo:
—Viva mi señor, el rey David, para siempre.
 32Y el rey David dijo:
—Llamadme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaía hijo de Joiada.
Ellos entraron a la presencia del rey,
 33y él les dijo:
—Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, montad a mi hijo Salomón en mi mula y llevadlo a Gihón.
 34Allí lo ungirán el sacerdote Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel; vosotros tocaréis la trompeta y gritaréis: ¡Viva el rey Salomón! 35Después iréis detrás de él, y vendrá a sentarse sobre mi trono y reinará en mi lugar, porque lo he escogido para que sea príncipe de Israel y de Judá. 36Entonces Benaía hijo de Joiada respondió al rey:
—Amén. Así lo diga Jehová, Dios de mi señor, el rey.
 37De la manera que Jehová ha estado con mi señor, el rey, así esté con Salomón, y haga mayor su trono que el trono de mi señor, el rey David. 38Descendieron el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaía hijo de Joiada, los cereteos y los peleteos, montaron a Salomón en la mula del rey David y lo llevaron a Gihón. 39Tomó el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del Tabernáculo y ungió a Salomón; tocaron la trompeta y gritó todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón! 40Después subió todo el pueblo detrás de él; cantaba la gente con flautas y manifestaba tan gran alegría, que parecía que la tierra se hundía bajo sus gritos. 41Lo oyó Adonías, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de comer. También oyó Joab el sonido de la trompeta, y dijo: ¿Por qué se alborota la ciudad con tanto estruendo? 42Mientras él aún hablaba, llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar, al cual dijo Adonías:
—Entra, porque tú eres hombre valiente y traerás buenas noticias.
 43Jonatán respondió a Adonías:
—Ciertamente nuestro señor, el rey David, ha hecho rey a Salomón;
 44el rey ha enviado con él al sacerdote Sadoc y al profeta Natán, a Benaía hijo de Joiada, y también a los cereteos y a los peleteos, los cuales lo montaron en la mula del rey. 45El sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo han ungido rey en Gihón; de allí han subido alegremente y la ciudad está llena de estruendo. Este es el alboroto que habéis oído. 46Más aún, Salomón se ha sentado en el trono del reino, 47y aun los siervos del rey han venido a bendecir a nuestro señor, el rey David, diciendo: Dios haga bueno el nombre de Salomón más que tu nombre, y haga mayor su trono que el tuyo. Y el rey adoró en la cama, 48y ha dicho además así: Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente en mi trono, y lo vean mis ojos. 49Entonces se estremecieron todos los convidados que estaban con Adonías, se levantaron y cada uno se fue por su camino. 50Pero Adonías tuvo miedo de Salomón, se levantó y fue a asirse de los cuernos del altar. 51Luego avisaron a Salomón:
—Adonías tiene miedo del rey Salomón, pues se ha asido de los cuernos del altar diciendo: Júreme hoy el rey Salomón que no matará a espada a su siervo.
 52Y Salomón dijo:
—Si él es hombre de bien, ni uno de sus cabellos caerá en tierra; pero si se halla mal en él, morirá.
 53El rey Salomón mandó que lo trajeran del altar; vino él y se inclinó ante el rey Salomón. Salomón le dijo:
—Vete a tu casa.

Capítulo 2

Mandato de David a Salomón

 1Cuando llegaron los días en que David había de morir, le ordenó a Salomón, su hijo: 2Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate y sé hombre. 3Guarda los preceptos de Jehová, tu Dios, andando en sus caminos y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; 4para que confirme Jehová la promesa que me hizo diciendo: Si tus hijos guardan mi camino andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás te faltará un descendiente en el trono de Israel. 5Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, cómo los mató, vengando en tiempo de paz la sangre derramada en la guerra, y manchando con sangre de guerra el cinturón que ceñía su cintura y los zapatos que calzaban sus pies. 6Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría: no dejarás descender en paz sus canas al seol. 7Pero con los hijos de Barzilai, el galaadita, tendrás misericordia; que sean de los convidados a tu mesa, pues ellos me trataron de esa manera cuando iba huyendo de Absalón, tu hermano. 8También tienes contigo a Simei hijo de Gera hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Pero él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová diciendo: No te mataré a espada. 9Pero ahora no lo absolverás, pues eres un hombre sabio y sabes cómo debes tratarlo para que sus canas desciendan con sangre al seol.

Muerte de David

 10David durmió con sus padres y fue sepultado en su ciudad. 11Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años: siete años reinó en Hebrón y treinta y tres años en Jerusalén. 12Salomón se sentó en el trono de David, su padre, y su reino fue muy estable.

Salomón afirma su reino

 13Entonces Adonías hijo de Haguit fue a ver a Betsabé, madre de Salomón, y ella le dijo:
—¿Vienes en son de paz?
—Sí, de paz —respondió él;
 14y en seguida añadió—: Tengo algo que decirte.
—Habla —dijo ella.
 15Él dijo:
—Tú sabes que el reino era mío y que todo Israel había puesto en mí sus ojos para que yo reinara; pero el reino fue traspasado y se le concedió a mi hermano, pues por voluntad de Jehová le pertenecía.
 16Ahora te hago una petición; no me la niegues.
—Habla —le dijo ella.
 17Él entonces dijo:
—Te ruego que hables al rey Salomón (porque él no te lo negará), para que me dé Abisag, la sunamita, por mujer.
 18—Bien; hablaré por ti al rey —respondió Betsabé. 19Betsabé fue a ver al rey Salomón para hablarle por Adonías. El rey se levantó a recibirla y se inclinó ante ella; volvió a sentarse en su trono e hizo traer una silla para su madre, que se sentó a su diestra. 20Entonces ella dijo:
—Una pequeña petición pretendo de ti; no me la niegues.
—Pide, madre mía, que yo no te la negaré —respondió el rey.
 21Y ella dijo:
—Que se le dé Abisag, la sunamita, por esposa a tu hermano Adonías.
 22—¿Por qué pides a Abisag, la sunamita, para Adonías? Demanda también el reino para él, pues él es mi hermano mayor y ya tiene también de su parte al sacerdote Abiatar y a Joab hijo de Sarvia —le respondió Salomón a su madre. 23Y el rey Salomón juró por Jehová: Traiga Dios sobre mí el peor de los castigos, que contra su vida ha hablado Adonías estas palabras. 24Ahora, pues, vive Jehová, quien me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David, mi padre, quien me ha dado una casa conforme me lo había prometido, que Adonías morirá hoy. 25Entonces el rey Salomón envió a Benaía hijo de Joiada, el cual arremetió contra él y lo mató. 26Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot, a tus heredades, pues eres digno de muerte; pero no te mataré hoy, por cuanto has llevado el Arca de Jehová, el Señor, delante de David, mi padre, y además has compartido todas sus aflicciones. 27Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliera la palabra que Jehová pronunció en Silo sobre la casa de Elí. 28Llegó la noticia a Joab, y como también se había adherido a Adonías, si bien no se había adherido a Absalón, huyó Joab al tabernáculo de Jehová y se asió de los cuernos del altar. 29Se le avisó a Salomón que Joab había huido al tabernáculo de Jehová y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, con esta orden: Ve y arremete contra él. 30Entró Benaía al tabernáculo de Jehová, y le dijo:
—El rey ha dicho que salgas.
—No, sino que aquí moriré —respondió él.
Benaía volvió con esta respuesta al rey, y le dijo:
—Así me respondió Joab.
 31El rey le dijo:
—Haz como él ha dicho: mátalo y entiérralo, y aparta de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente.
 32Jehová hará caer su sangre sobre su cabeza, porque él ha dado muerte a dos hombres más justos y mejores que él, a los cuales mató a espada sin que mi padre David supiera nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá. 33Así pues, la sangre de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; pero sobre David y sobre su descendencia, sobre su casa y sobre su trono, habrá paz perpetua de parte de Jehová. 34Entonces Benaía hijo de Joiada subió, arremetió contra él y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto. 35El rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada al frente del ejército, y a Sadoc el rey lo puso como sacerdote en lugar de Abiatar. 36Después mandó a llamar el rey a Simei, y le dijo:
—Edifícate una casa en Jerusalén y habita ahí, no salgas de allí a ninguna parte;
 37porque ten por cierto que el día que salgas y pases el torrente Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre caerá sobre tu cabeza. 38Simei dijo al rey:
—Tu palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo.
Y habitó Simei en Jerusalén muchos días.
 39Pero pasados tres años, aconteció que dos siervos de Simei huyeron junto a Aquis hijo de Maaca, rey de Gat. Alguien dio aviso a Simei diciendo: Tus siervos están en Gat. 40Entonces Simei se levantó, ensilló su asno y fue adonde estaba Aquis, en Gat, para buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei, y trajo sus siervos de Gat. 41Luego le dijeron a Salomón que Simei había ido de Jerusalén hasta Gat, y regresado. 42Entonces el rey mandó a buscar a Simei, y le dijo: ¿No te hice jurar yo por Jehová, y te advertí diciendo: El día que salgas y vayas acá o allá, ten por cierto que morirás? Y tú me dijiste: Tu palabra es buena, yo la obedezco. 43¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová, y el mandamiento que yo te impuse? 44Dijo además el rey a Simei: Tú conoces todo el mal, el cual tu corazón bien sabe que cometiste contra mi padre David. Jehová, pues, ha hecho recaer el mal sobre tu cabeza. 45En cambio, el rey Salomón será bendito, y el trono de David permanecerá firme perpetuamente delante de Jehová. 46Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el cual salió, lo hirió y lo mató. Y el reino fue confirmado en manos de Salomón.

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