La Biblia hoy - Nueva Versión Internacional
Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año
Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 20
Acab derrota a los sirios
1Entonces Ben Adad, rey de Siria, reunió a todo su ejército y, acompañado por treinta y dos reyes con sus caballos y carros de combate, salió a hacerle guerra a Samaria, y la sitió. 2Envió a la ciudad mensajeros para que le dijeran a Acab, rey de Israel: "Así dice Ben Adad: 3Tu oro y tu plata son míos, lo mismo que tus mujeres y tus hermosos hijos. " 4El rey de Israel envió esta respuesta: "Tal como dices, mi señor y rey, yo soy tuyo, con todo lo que tengo." 5Los mensajeros volvieron a Acab y le dijeron: "Así dice Ben Adad: Mandé a decirte que me entregaras tu oro y tu plata, tus esposas y tus hijos. 6Por tanto, mañana como a esta hora voy a enviar a mis funcionarios a requisar tu palacio y las casas de tus funcionarios, y se apoderarán de todo lo que más valoras y se lo llevarán. " 7El rey de Israel mandó llamar a todos los ancianos del país y les dijo: ¡Miren cómo ese tipo nos quiere causar problemas! Cuando mandó que le entregara mis esposas y mis hijos, mi oro y mi plata, no se los negué. 8Los ancianos y todos los del pueblo respondieron: No le haga caso, Su Majestad, ni ceda a sus exigencias. 9Así que Acab les respondió a los mensajeros de Ben Adad: Díganle a mi señor y rey: Yo, tu servidor, haré todo lo que me pediste la primera vez, pero no puedo satisfacer esta nueva exigencia. Ellos regresaron a Ben Adad con esa respuesta. 10Entonces Ben Adad le envió otro mensaje a Acab: "Que los dioses me castiguen sin piedad si queda en Samaria el polvo suficiente para que mis hombres se lleven un puñado." 11Pero el rey de Israel respondió: "Díganle que no cante victoria antes de tiempo."[1] 12Cuando Ben Adad recibió este mensaje, estaba bebiendo con los reyes en su campamento. De inmediato les ordenó a sus tropas: "¡A las armas!" Así que se prepararon para atacar la ciudad. 13Mientras tanto, un profeta se presentó ante Acab, rey de Israel, y le anunció: Así dice el Señor: ¿Ves ese enorme ejército? Hoy lo entregaré en tus manos, y entonces sabrás que yo soy el Señor. 14¿Por medio de quién lo hará? preguntó Acab. Así dice el Señor respondió el profeta: Lo haré por medio de los cadetes. ¿Y quién iniciará el combate? insistió Acab. Tú mismo respondió el profeta. 15Así que Acab pasó revista a los cadetes, que sumaban doscientos treinta y dos hombres. También pasó revista a las demás tropas israelitas: siete mil en total. 16Se pusieron en marcha al mediodía, mientras Ben Adad y los treinta y dos reyes aliados que estaban con él seguían emborrachándose en su campamento. 17Los cadetes formaban la vanguardia. Cuando los exploradores que Ben Adad había enviado le informaron que unos soldados estaban avanzando desde Samaria, 18ordenó: "¡Captúrenlos vivos, sea que vengan en son de paz o en son de guerra!" 19Los cadetes salieron de la ciudad al frente del ejército. 20Cada soldado abatió a su adversario, y los sirios tuvieron que huir. Los israelitas los persiguieron, pero Ben Adad, rey de Siria, escapó a caballo con algunos de sus jinetes. 21El rey de Israel avanzó y abatió a la caballería, de modo que los sirios sufrieron una gran derrota. 22Más tarde, el profeta se presentó ante el rey de Israel y le dijo: "No se duerma usted en sus laureles; trace un buen plan, porque el año entrante el rey de Siria volverá a atacar." 23Por otra parte, los funcionarios del rey de Siria le aconsejaron: "Los dioses de los israelitas son dioses de las montañas. Por eso son demasiado fuertes para nosotros. Pero si peleamos contra ellos en las llanuras, sin duda los venceremos. 24Haga usted lo siguiente: Destituya a todos los reyes y reemplácelos por otros funcionarios. 25Prepare usted también un ejército como el que perdió, caballo por caballo y carro por carro, para atacar a Israel en las llanuras. ¡Sin duda los venceremos!" Ben Adad estuvo de acuerdo, y así lo hizo. 26Al año siguiente, pasó revista a las tropas sirias y marchó a Afec para atacar a Israel. 27Acab, por su parte, pasó revista a las tropas israelitas y las aprovisionó. Éstas se pusieron en marcha para salir al encuentro de los sirios, y acamparon frente a ellos. Parecían un pequeño rebaño de cabras, mientras que los sirios cubrían todo el campo. 28El hombre de Dios se presentó ante el rey de Israel y le dijo: "Así dice el Señor: Por cuanto los sirios piensan que el Señor es un dios de las montañas y no un dios de los valles, yo te voy a entregar este enorme ejército en tus manos, y así sabrás que yo soy el Señor. " 29Siete días estuvieron acampados los unos frente a los otros, y el séptimo día se desató el combate. En un solo día los israelitas le causaron cien mil bajas a la infantería siria. 30Los demás soldados huyeron a Afec, pero la muralla de la ciudad se desplomó sobre veintisiete mil de ellos. Ben Adad, que también se había escapado a la ciudad, andaba de escondite en escondite. 31Entonces sus funcionarios le dijeron: "Hemos oído decir que los reyes del linaje de Israel son compasivos. Rindámonos ante el rey de Israel y pidámosle perdón. Tal vez le perdone a usted la vida." 32Se presentaron entonces ante el rey de Israel, se rindieron ante él y le rogaron: Su siervo Ben Adad dice: Por favor, perdóname la vida. ¿Todavía está vivo? preguntó el rey. ¡Pero si es mi hermano! 33Los hombres tomaron esa respuesta como un buen augurio y, aprovechando la ocasión, exclamaron: ¡Claro que sí, Ben Adad es su hermano! Vayan por él dijo el rey. Cuando Ben Adad se presentó ante Acab, éste lo hizo subir a su carro de combate. Entonces Ben Adad le propuso: 34Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó al tuyo, y podrás establecer zonas de mercado en Damasco, como lo hizo mi padre en Samaria. Acab le respondió: Sobre esa base, te dejaré en libertad. Y así firmó un tratado con él, y lo dejó ir. 35En obediencia a la palabra del Señor, un miembro de la comunidad de profetas le dijo a otro: ¡Golpéame! Pero aquél se negó a hacerlo. 36Entonces el profeta dijo: Por cuanto no has obedecido al Señor, tan pronto como nos separemos te matará un león. Y después de que el profeta se fue, un león le salió al paso y lo mató. 37Más adelante, el mismo profeta encontró a otro hombre y le dijo: "¡Golpéame!" Así que el hombre lo golpeó y lo hirió. 38Luego el profeta salió a esperar al rey a la vera del camino, cubierto el rostro con un antifaz. 39Cuando pasaba el rey, el profeta le gritó: Este servidor de Su Majestad entró en lo más reñido de la batalla. Allí alguien se me presentó con un prisionero y me dijo: Hazte cargo de este hombre. Si se te escapa, pagarás su vida con la tuya, o con tres mil monedas de plata. 40Mientras este servidor de Su Majestad estaba ocupado en otras cosas, el hombre se escapó. ¡Ésa es tu sentencia! respondió el rey de Israel. Tú mismo has tomado la decisión. 41En el acto, el profeta se quitó el antifaz, y el rey de Israel se dio cuenta de que era uno de los profetas. 42Y le dijo al rey: Así dice el Señor: Has dejado en libertad a un hombre que yo había condenado a muerte. Por lo tanto, pagarás su vida con la tuya, y su pueblo con el tuyo. 43Entonces el rey de Israel, deprimido y malhumorado, volvió a su palacio en Samaria.Capítulo 21
Acab y la viña de Nabot
1Un tiempo después sucedió lo siguiente: Nabot el jezrelita tenía un viñedo en Jezrel, el cual colindaba con el palacio de Acab, rey de Samaria. 2Éste le dijo a Nabot: Dame tu viñedo para hacerme una huerta de hortalizas, ya que está tan cerca de mi palacio. A cambio de él te daré un viñedo mejor o, si lo prefieres, te pagaré lo que valga. 3Pero Nabot le respondió: El Señor prohíbe que yo le venda a Su Majestad lo que heredé de mis antepasados. 4Acab se fue a su casa deprimido y malhumorado porque Nabot el jezrelita le había dicho: "No puedo cederle a Su Majestad lo que heredé de mis antepasados." De modo que se acostó de cara a la pared, y no quiso comer. 5Su esposa Jezabel entró y le preguntó: ¿Por qué estás tan deprimido que ni comer quieres? 6Porque le dije a Nabot el jezrelita que me vendiera su viñedo o que, si lo prefería, se lo cambiaría por otro; pero él se negó. 7Ante esto, Jezabel su esposa le dijo: ¿Y no eres tú quien manda en Israel? ¡Anda, levántate y come, que te hará bien! Yo te conseguiré el viñedo del tal Nabot. 8De inmediato escribió cartas en nombre de Acab, puso en ellas el sello del rey, y las envió a los ancianos y nobles que vivían en la ciudad de Nabot. 9En las cartas decía: "Decreten un día de ayuno, y den a Nabot un lugar prominente en la asamblea del pueblo. 10Pongan frente a él a dos sinvergüenzas y háganlos testificar que él ha maldecido tanto a Dios como al rey. Luego sáquenlo y mátenlo a pedradas." 11Los ancianos y nobles que vivían en esa ciudad acataron lo que Jezabel había ordenado en sus cartas. 12Decretaron un día de ayuno y le dieron a Nabot un lugar prominente en la asamblea. 13Llegaron los dos sinvergüenzas, se sentaron frente a él y lo acusaron ante el pueblo, diciendo: "¡Nabot ha maldecido a Dios y al rey!" Como resultado, la gente lo llevó fuera de la ciudad y lo mató a pedradas. 14Entonces le informaron a Jezabel: "Nabot ha sido apedreado, y está muerto." 15Tan pronto como Jezabel se enteró de que Nabot había muerto a pedradas, le dijo a Acab: "¡Vamos! Toma posesión del viñedo que Nabot el jezrelita se negó a venderte. Ya no vive; está muerto." 16Cuando Acab se enteró de que Nabot había muerto, fue a tomar posesión del viñedo. 17Entonces la palabra del Señor vino a Elías el tisbita y le dio este mensaje: 18"Ve a encontrarte con Acab, rey de Israel, que gobierna en Samaria. En este momento se encuentra en el viñedo de Nabot, tomando posesión del mismo. 19Dile que así dice el Señor: ¿No has asesinado a un hombre, y encima te has adueñado de su propiedad? Luego dile que así también dice el Señor: ¡En el mismo lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, lamerán también tu propia sangre! " 20Acab le respondió a Elías: ¡Mi enemigo! ¿Así que me has encontrado? Sí contestó Elías, te he encontrado porque te has vendido para hacer lo que ofende al Señor, 21quien ahora te dice: Voy a enviarte una desgracia. Acabaré contigo, y de tus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón, esclavo o libre. 22Haré con tu familia lo mismo que hice con la de Jeroboán hijo de Nabat y con la de Basá hijo de Ahías, porque has provocado mi ira y has hecho que Israel peque. 23Y en cuanto a Jezabel, el Señor dice: Los perros se la comerán junto al muro de Jezrel. 24También a los familiares de Acab que mueran en la ciudad se los comerán los perros, y a los que mueran en el campo se los comerán las aves del cielo. 25Nunca hubo nadie como Acab que, animado por Jezabel su esposa, se prestara para hacer lo que ofende al Señor. 26Su conducta fue repugnante, pues siguió a los ídolos, como lo habían hecho los amorreos, a quienes el Señor expulsó de la presencia de Israel. 27Cuando Acab escuchó estas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y ayunó. Dormía vestido así, y andaba deprimido. 28Entonces la palabra del Señor vino a Elías el tisbita y le dio este mensaje: 29"¿Has notado cómo Acab se ha humillado ante mí? Por cuanto se ha humillado, no enviaré esta desgracia mientras él viva, sino que la enviaré a su familia durante el reinado de su hijo."La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 by www.biblica.com, Inc.®. All rights reserved worldwide.