La Biblia hoy - Nueva Versión Internacional
Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año
Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 12
Rebelión de Israel
1Roboán fue a Siquén porque todos los israelitas se habían reunido allí para proclamarlo rey. 2De esto se enteró Jeroboán hijo de Nabat, quien al huir del rey Salomón se había establecido en Egipto y aún vivía allí. 3Cuando lo mandaron a buscar, él y toda la asamblea de Israel fueron a ver a Roboán y le dijeron: 4Su padre nos impuso un yugo pesado. Alívienos usted ahora el duro trabajo y el pesado yugo que él nos echó encima; así serviremos a Su Majestad. 5Váyanse por ahora respondió Roboán, pero vuelvan a verme dentro de tres días. Cuando el pueblo se fue, 6el rey Roboán consultó con los ancianos que en vida de su padre Salomón habían estado a su servicio. ¿Qué me aconsejan ustedes que le responda a este pueblo? preguntó. 7Si Su Majestad se pone hoy al servicio de este pueblo respondieron ellos, y condesciende con ellos y les responde con amabilidad, ellos le servirán para siempre. 8Pero Roboán rechazó el consejo que le dieron los ancianos, y consultó más bien con los jóvenes que se habían criado con él y que estaban a su servicio. 9¿Ustedes qué me aconsejan? les preguntó. ¿Cómo debo responderle a este pueblo que me dice: Alívienos el yugo que su padre nos echó encima? 10Aquellos jóvenes, que se habían criado con él, le contestaron: Este pueblo le ha dicho a Su Majestad: Su padre nos impuso un yugo pesado; hágalo usted más ligero. Pues bien, respóndales de este modo: Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre. 11Si él les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga! Y si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo![1] 12Al tercer día, en la fecha que el rey Roboán había indicado, Jeroboán regresó con todo el pueblo para presentarse ante él. 13Pero el rey les respondió con brusquedad: rechazó el consejo que le habían dado los ancianos, 14y siguió más bien el de los jóvenes. Les dijo: "Si mi padre les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga! Si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo!" 15De modo que el rey no le hizo caso al pueblo. Las cosas tomaron este rumbo por voluntad del Señor, para que se cumpliera lo que ya él le había dicho a Jeroboán hijo de Nabat por medio de Ahías el silonita. 16Cuando se dieron cuenta de que el rey no iba a hacerles caso, todos los israelitas exclamaron a una: "¡Pueblo de Israel, todos a sus casas! ¡Y tú, David, ocúpate de los tuyos! ¿Qué parte tenemos con David? ¿Qué herencia tenemos con el hijo de Isaí?" Así que se fueron, cada uno a su casa. 17Sin embargo, Roboán siguió reinando sobre los israelitas que vivían en las ciudades de Judá. 18Más tarde, el rey Roboán envió a Adonirán para que supervisara el trabajo forzado, pero todos los israelitas lo mataron a pedradas. ¡A duras penas logró el rey subir a su carro y escapar a Jerusalén! 19Desde entonces Israel ha estado en rebelión contra la familia de David. 20Cuando los israelitas se enteraron de que Jeroboán había regresado, mandaron a llamarlo para que se presentara ante la asamblea, y lo proclamaron rey de todo Israel. No hubo quien se mantuviera leal a la familia de David, con la sola excepción de la tribu de Judá. 21Roboán hijo de Salomón llegó a Jerusalén y movilizó a todas las familias de Judá y a la tribu de Benjamín, ciento ochenta mil guerreros selectos en total, para hacer la guerra contra Israel y así recuperar el reino. 22Pero la palabra de Dios vino a Semaías, hombre de Dios, y le dio este mensaje: 23"Diles a Roboán hijo de Salomón y rey de Judá, a todas las familias de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo 24que así dice el Señor: No vayan a luchar contra sus hermanos, los israelitas. Regrese cada uno a su casa, porque es mi voluntad que esto haya sucedido. " Y ellos obedecieron la palabra del Señor y regresaron, tal como el Señor lo había ordenado. 25Jeroboán fortificó la ciudad de Siquén en la región montañosa de Efraín, y se estableció allí. Luego se fue de Siquén y fortificó Peniel. 26Pero reflexionó: "¿Y qué tal si ahora el reino vuelve a la familia de David? 27Si la gente sigue subiendo a Jerusalén para ofrecer sacrificios en el templo del Señor, acabará por reconciliarse con su señor Roboán, rey de Judá. Entonces a mí me matarán, y volverán a unirse a él." 28Después de buscar consejo, el rey hizo dos becerros de oro, y le dijo al pueblo: "¡Israelitas, no es necesario que sigan subiendo a Jerusalén! Aquí están sus dioses, que los sacaron de Egipto." 29Así que colocó uno de los becerros en Betel, y el otro en Dan. 30Y esto incitó al pueblo a pecar; muchos incluso iban hasta Dan para adorar al becerro que estaba allí. 31Jeroboán construyó santuarios paganos en los cerros, y puso como sacerdotes a toda clase de gente, hasta a quienes no eran levitas. 32Decretó celebrar una fiesta el día quince del mes octavo, semejante a la que se celebraba en Judá. En el altar de Betel ofreció sacrificios a los becerros que había hecho, y estableció también sacerdotes para los santuarios paganos que había construido. 33Así pues, el día quince del mes octavo Jeroboán subió al altar que había construido en Betel y quemó incienso. Ése fue el día que arbitrariamente decretó como día de fiesta para los israelitas.Capítulo 13
Un profeta de Judá amonesta a Jeroboam
1Sucedió que un hombre de Dios fue desde Judá hasta Betel en obediencia a la palabra del Señor. Cuando Jeroboán, de pie junto al altar, se disponía a quemar incienso, 2el hombre de Dios, en obediencia a la palabra del Señor, gritó: "¡Altar, altar! Así dice el Señor: En la familia de David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a estos sacerdotes de altares paganos que aquí queman incienso. ¡Sobre ti se quemarán huesos humanos! " 3Aquel mismo día el hombre de Dios ofreció una señal: "Ésta es la señal que el Señor les da: ¡El altar será derribado, y las cenizas se esparcirán!" 4Al oír la sentencia que el hombre de Dios pronunciaba contra el altar de Betel, el rey extendió el brazo desde el altar y dijo: "¡Agárrenlo!" Pero el brazo que había extendido contra el hombre se le paralizó, de modo que no podía contraerlo. 5En ese momento el altar se vino abajo y las cenizas se esparcieron, según la señal que, en obediencia a la palabra del Señor, les había dado el hombre de Dios. 6Entonces el rey le dijo al hombre de Dios: ¡Apacigua al Señor tu Dios! ¡Ora por mí, para que se me cure el brazo! El hombre de Dios suplicó al Señor, y al rey se le curó el brazo, quedándole como antes. 7Luego el rey le dijo al hombre de Dios: Ven a casa conmigo, y come algo; además, quiero hacerte un regalo. 8Pero el hombre de Dios le respondió al rey: Aunque usted me diera la mitad de sus posesiones, no iría a su casa. Aquí no comeré pan ni beberé agua, 9porque así me lo ordenó el Señor. Me dijo: No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el mismo camino. 10De modo que tomó un camino diferente al que había tomado para ir a Betel. 11En ese tiempo vivía en Betel cierto profeta anciano. Sus hijos fueron a contarle todo lo que el hombre de Dios había hecho allí aquel día, y lo que le había dicho al rey. 12Su padre les preguntó: ¿Por dónde se fue? Sus hijos le indicaron el camino que había tomado el hombre de Dios que había llegado de Judá, 13y el padre les ordenó: Aparéjenme un asno, para que lo monte. Cuando el asno estuvo listo, el profeta anciano lo montó 14y se fue tras el hombre de Dios. Lo encontró sentado debajo de una encina, y le preguntó: ¿Eres tú el hombre de Dios que vino de Judá? Sí, lo soy respondió. 15Entonces el profeta le dijo: Ven a comer a mi casa. 16No puedo volver contigo ni acompañarte respondió el hombre de Dios; tampoco puedo comer pan ni beber agua contigo en este lugar, 17pues el Señor me ha dado esta orden: No comas pan ni bebas agua allí, ni regreses por el mismo camino. 18El anciano replicó: También yo soy profeta, como tú. Y un ángel, obedeciendo a la palabra del Señor, me dijo: Llévalo a tu casa para que coma pan y beba agua. Así lo engañó, 19y el hombre de Dios volvió con él, y comió y bebió en su casa. 20Mientras estaban sentados a la mesa, la palabra del Señor vino al profeta que lo había hecho volver. 21Entonces el profeta le anunció al hombre de Dios que había llegado de Judá: Así dice el Señor: Has desafiado la palabra del Señor y no has cumplido la orden que el Señor tu Dios te dio. 22Has vuelto para comer pan y beber agua en el lugar donde él te dijo que no lo hicieras. Por lo tanto, no será sepultado tu cuerpo en la tumba de tus antepasados. 23Cuando el hombre de Dios terminó de comer y beber, el profeta que lo había hecho volver le aparejó un asno, 24y el hombre de Dios se puso en camino. Pero un león le salió al paso y lo mató, dejándolo tendido en el camino. Sin embargo, el león y el asno se quedaron junto al cuerpo. 25Al ver el cuerpo tendido, y al león cuidando el cuerpo, los que pasaban por el camino llevaron la noticia a la ciudad donde vivía el profeta anciano. 26Cuando el profeta que lo había hecho volver de su viaje se enteró de eso, dijo: "Ahí tienen al hombre de Dios que desafió la palabra del Señor. Por eso el Señor lo entregó al león, que lo ha matado y despedazado, como la palabra del Señor se lo había advertido." 27Luego el profeta les dijo a sus hijos: "Aparéjenme el asno." En cuanto lo hicieron, 28el profeta salió y encontró el cuerpo tendido en el camino, con el asno y el león junto a él. El león no se había comido el cadáver, ni había despedazado al asno. 29Entonces el profeta levantó el cadáver del hombre de Dios, lo puso sobre el asno y se lo llevó de vuelta a la ciudad para hacer duelo por él y enterrarlo. 30Luego lo puso en la tumba de su propiedad, e hicieron duelo por él, clamando: "¡Ay, hermano mío!" 31Después de enterrarlo, el profeta les dijo a sus hijos: "Cuando yo muera, entiérrenme en la misma tumba donde está enterrado el hombre de Dios, y pongan mis huesos junto a los suyos. 32Porque ciertamente se cumplirá la sentencia que, en obediencia a la palabra del Señor, él pronunció contra el altar de Betel y contra todos los santuarios paganos que están en los montes de las ciudades de Samaria." 33Con todo, Jeroboán no cambió su mala conducta, sino que una vez más puso como sacerdotes para los santuarios paganos a toda clase de gente. A cualquiera que deseaba ser sacerdote de esos santuarios, él lo consagraba como tal. 34Esa conducta llevó a la dinastía de Jeroboán a pecar, y causó su caída y su desaparición de la faz de la tierra.Capítulo 14
Profecía de Ahías contra Jeroboam
1En aquel tiempo se enfermó Abías hijo de Jeroboán, 2y éste le dijo a su esposa: "Disfrázate para que nadie se dé cuenta de que eres mi esposa. Luego vete a Siló, donde está Ahías, el profeta que me anunció que yo sería rey de este pueblo. 3Llévate diez panes, algunas tortas y un jarro de miel. Cuando llegues, él te dirá lo que va a pasar con nuestro hijo." 4Así que la esposa de Jeroboán emprendió el viaje a Siló y fue a casa de Ahías. Debido a su edad, Ahías había perdido la vista y estaba ciego. 5Pero el Señor le había dicho: "La esposa de Jeroboán, haciéndose pasar por otra, viene a pedirte información acerca de su hijo, que está enfermo. Quiero que le des tal y tal respuesta." 6Así que cuando Ahías oyó el sonido de sus pasos, se dirigió a la puerta y dijo: "Esposa de Jeroboán, ¿por qué te haces pasar por otra? Entra, que tengo malas noticias para ti. 7Regresa a donde está Jeroboán y adviértele que así dice el Señor, Dios de Israel: Yo te levanté de entre mi pueblo Israel y te hice su gobernante. 8Le quité el reino a la familia de David para dártelo a ti. Tú, sin embargo, no has sido como mi siervo David, que cumplió mis mandamientos y me siguió con todo el corazón, haciendo solamente lo que me agrada. 9Por el contrario, te has portado peor que todos los que vivieron antes de ti, al extremo de hacerte otros dioses, ídolos de metal; esto me enfurece, pues me has dado la espalda. 10" 'Por eso voy a enviarle una desgracia a la familia de Jeroboán. De sus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón, esclavo o libre. Barreré la descendencia de Jeroboán como se barre el estiércol, hasta no dejar rastro. 11A los que mueran en la ciudad se los comerán los perros, y a los que mueran en el campo se los comerán las aves del cielo. ¡El Señor lo ha dicho! 12"En cuanto a ti, vuelve a tu casa, pues cuando llegues a la ciudad, morirá el muchacho. 13Entonces todos los israelitas harán duelo por él y lo sepultarán. De la familia de Jeroboán sólo él será sepultado, porque en esa familia sólo él ha complacido al Señor, Dios de Israel. 14"El Señor levantará para sí un rey en Israel que exterminará a la familia de Jeroboán. De ahora en adelante 15el Señor sacudirá a los israelitas como el agua sacude las cañas. Los desarraigará de esta buena tierra que les dio a sus antepasados y los dispersará más allá del río Éufrates, porque se hicieron imágenes de la diosa Aserá y provocaron así la ira del Señor. 16Y el Señor abandonará a Israel por los pecados que Jeroboán cometió e hizo cometer a los israelitas." 17Entonces la esposa de Jeroboán se puso en marcha y regresó a Tirsá. En el momento en que atravesó el umbral de la casa, el muchacho murió. 18Así que lo sepultaron, y todo Israel hizo duelo por él, según la palabra que el Señor había anunciado por medio de su siervo, el profeta Ahías. 19Los demás acontecimientos del reinado de Jeroboán, sus batallas y su gobierno, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 20Jeroboán reinó cuarenta y dos años. Cuando murió, su hijo Nadab lo sucedió en el trono. Roboán, rey de JudáReinado de Roboam
21Roboán hijo de Salomón fue rey de Judá. Tenía cuarenta y un años cuando ascendió al trono, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad donde, de entre todas las tribus de Israel, el Señor había decidido habitar. La madre de Roboán era una amonita llamada Noamá. 22Los habitantes de Judá hicieron lo que ofende al Señor, y con sus pecados provocaron los celos del Señor más que sus antepasados. 23Además, en todas las colinas y bajo todo árbol frondoso se construyeron santuarios paganos, piedras sagradas e imágenes de la diosa Aserá. 24Incluso se practicaba en el país la prostitución sagrada. El pueblo participaba en todas las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado del territorio de los israelitas. 25Sisac, rey de Egipto, atacó a Jerusalén en el quinto año del reinado de Roboán, 26y saqueó los tesoros del templo del Señor y del palacio real. Se lo llevó todo, aun los escudos de oro que Salomón había hecho. 27Para reemplazarlos, el rey Roboán mandó hacer escudos de bronce y los puso al cuidado de los jefes de la guardia que custodiaba la entrada del palacio real. 28Siempre que el rey iba al templo del Señor, los guardias portaban los escudos, pero luego los devolvían a la sala de los centinelas. 29Los demás acontecimientos del reinado de Roboán, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 30Durante su reinado hubo guerra constante entre él y Jeroboán. 31Cuando murió Roboán, hijo de la amonita llamada Noamá, fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David, y su hijo Abías lo sucedió en el trono.La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 by www.biblica.com, Inc.®. All rights reserved worldwide.