La Biblia hoy - Nueva Versión Internacional
Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año
Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 15
Absalón se subleva contra David
1Pasado algún tiempo, Absalón consiguió carros de combate, algunos caballos y una escolta de cincuenta soldados. 2Se levantaba temprano y se ponía a la vera del camino, junto a la entrada de la ciudad. Cuando pasaba alguien que iba a ver al rey para que le resolviera un pleito, Absalón lo llamaba y le preguntaba de qué pueblo venía. Aquél le decía de qué tribu israelita era, 3y Absalón le aseguraba: "Tu demanda es muy justa, pero no habrá quien te escuche de parte del rey." 4En seguida añadía: "¡Ojalá me pusieran por juez en el país! Todo el que tuviera un pleito o una demanda vendría a mí, y yo le haría justicia." 5Además de esto, si alguien se le acercaba para inclinarse ante él, Absalón le tendía los brazos, lo abrazaba y lo saludaba con un beso. 6Esto hacía Absalón con todos los israelitas que iban a ver al rey para que les resolviera algún asunto, y así fue ganándose el cariño del pueblo. 7Al cabo de cuatro años, Absalón le dijo al rey: Permítame Su Majestad ir a Hebrón, a cumplir un voto que le hice al Señor. 8Cuando vivía en Guesur de Aram, hice este voto: Si el Señor me concede volver a Jerusalén, le ofreceré un sacrificio. 9Vete tranquilo respondió el rey. Absalón emprendió la marcha a Hebrón, 10pero al mismo tiempo envió mensajeros por todas las tribus de Israel con este mensaje: "Tan pronto como oigan el toque de trompeta, exclamen: ¡Absalón reina en Hebrón! " 11Además, desde Jerusalén llevó Absalón a doscientos invitados, los cuales lo acompañaron de buena fe y sin sospechar nada. 12Luego, mientras celebraba los sacrificios, Absalón mandó llamar a un consejero de su padre David, el cual se llamaba Ajitofel y era del pueblo de Guiló. Así la conspiración fue tomando fuerza, y el número de los que seguían a Absalón crecía más y más. 13Un mensajero le llevó a David esta noticia: "Todos los israelitas se han puesto de parte de Absalón." 14Entonces David les dijo a todos los oficiales que estaban con él en Jerusalén: ¡Vámonos de aquí! Tenemos que huir, pues de otro modo no podremos escapar de Absalón. Démonos prisa, no sea que él se nos adelante. Si nos alcanza, nos traerá la ruina y pasará a toda la gente a filo de espada. 15Como diga Su Majestad respondieron los oficiales; nosotros estamos para servirle. 16De inmediato partió el rey acompañado de toda la corte, con excepción de diez concubinas que dejó para cuidar el palacio. 17Habiendo salido del palacio con todo su séquito, se detuvo junto a la casa más lejana de la ciudad. 18Todos sus oficiales se pusieron a su lado. Entonces los quereteos y los peleteos, y seiscientos guititas que lo habían seguido desde Gat, desfilaron ante el rey. 19El rey se dirigió a Itay el guitita: ¿Y tú por qué vienes con nosotros? Regresa y quédate con el rey Absalón, ya que eres extranjero y has sido desterrado de tu propio país. 20¿Cómo voy a dejar que nos acompañes, si acabas de llegar y ni yo mismo sé a dónde vamos? Regresa y llévate a tus paisanos. ¡Y que el amor y la fidelidad de Dios te acompañen! 21Pero Itay le respondió al rey: ¡Tan cierto como que el Señor y Su Majestad viven, juro que, para vida o para muerte, iré adondequiera que usted vaya! 22Está bien contestó el rey, ven con nosotros. Así que Itay el guitita marchó con todos los hombres de David y con las familias que lo acompañaban. 23Todo el pueblo lloraba a gritos mientras David pasaba con su gente, y cuando el rey cruzó el arroyo de Cedrón, toda la gente comenzó la marcha hacia el desierto. 24Entre ellos se encontraba también Sadoc, con los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios. Éstos hicieron descansar el arca en el suelo, y Abiatar ofreció sacrificios hasta que toda la gente terminó de salir de la ciudad. 25Luego le dijo el rey al sacerdote Sadoc: Devuelve el arca de Dios a la ciudad. Si cuento con el favor del Señor, él hará que yo regrese y vuelva a ver el arca y el lugar donde él reside. 26Pero si el Señor me hace saber que no le agrado, quedo a su merced y puede hacer conmigo lo que mejor le parezca. 27También le dijo: Como tú eres vidente, puedes volver tranquilo a la ciudad con Abiatar, y llevarte contigo a tu hijo Ajimaz y a Jonatán hijo de Abiatar. 28Yo me quedaré en los llanos del desierto hasta que ustedes me informen de la situación. 29Entonces Sadoc y Abiatar volvieron a Jerusalén con el arca de Dios, y allí se quedaron. 30David, por su parte, subió al monte de los Olivos llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todos los que lo acompañaban se cubrieron la cabeza y subieron llorando. 31En eso le informaron a David que Ajitofel se había unido a la conspiración de Absalón. Entonces David oró: "Señor, haz que fracasen los planes de Ajitofel." 32Cuando David llegó a la cumbre del monte, donde se rendía culto a Dios, se encontró con Husay el arquita, que en señal de duelo llevaba las vestiduras rasgadas y la cabeza cubierta de ceniza. 33David le dijo: Si vienes conmigo, vas a serme una carga. 34Es mejor que regreses a la ciudad y le digas a Absalón: Majestad, estoy a su servicio. Antes fui siervo de su padre, pero ahora lo soy de usted. De ese modo podrás ayudarme a desbaratar los planes de Ajitofel. 35Allí contarás con los sacerdotes Sadoc y Abiatar, así que manténlos informados de todo lo que escuches en el palacio real. 36También contarás con Ajimaz hijo de Sadoc y con Jonatán hijo de Abiatar; comuníquenme ustedes por medio de ellos cualquier cosa que averigüen. 37Husay, que era amigo de David, llegó a Jerusalén en el momento en que Absalón entraba en la ciudad.Capítulo 16
1Un poco más allá de la cumbre del monte, David se encontró con Siba, el criado de Mefiboset, que llevaba un par de asnos aparejados y cargados con doscientos panes, cien tortas de uvas pasas, cien tortas de higos y un odre de vino. 2¿Qué vas a hacer con todo esto? le preguntó el rey. Siba respondió: Los asnos son para que monte la familia de Su Majestad, el pan y la fruta son para que coman los soldados, y el vino es para que beban los que desfallezcan en el desierto. 3Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está el nieto de tu amo? Se quedó en Jerusalén respondió Siba. Él se imagina que ahora la nación de Israel le va a devolver el reino de su abuelo. 4Bueno replicó el rey, todo lo que antes fue de Mefiboset ahora es tuyo. ¡A sus pies, mi señor y rey! exclamó Siba. ¡Que cuente yo siempre con el favor de Su Majestad! 5Cuando el rey David llegó a Bajurín, salía de allí un hombre de la familia de Saúl, llamado Simí hijo de Guerá. Éste se puso a maldecir, 6y a tirarles piedras a David y a todos sus oficiales, a pesar de que las tropas y la guardia real rodeaban al rey. 7En sus insultos, Simí le decía al rey: ¡Largo de aquí! ¡Asesino! ¡Canalla! 8El Señor te está dando tu merecido por haber masacrado a la familia de Saúl para reinar en su lugar. Por eso el Señor le ha entregado el reino a tu hijo Absalón. Has caído en desgracia, porque eres un asesino. 9Abisay hijo de Sarvia le dijo al rey: ¿Cómo se atreve este perro muerto a maldecir a Su Majestad? ¡Déjeme que vaya y le corte la cabeza! 10Pero el rey respondió: Esto no es asunto mío ni de ustedes, hijos de Sarvia. A lo mejor el Señor le ha ordenado que me maldiga. Y si es así, ¿quién se lo puede reclamar? 11Dirigiéndose a Abisay y a todos sus oficiales, David añadió: Si el hijo de mis entrañas intenta quitarme la vida, ¡qué no puedo esperar de este benjaminita! Déjenlo que me maldiga, pues el Señor se lo ha mandado. 12A lo mejor el Señor toma en cuenta mi aflicción y me paga con bendiciones las maldiciones que estoy recibiendo. 13David y sus hombres reanudaron el viaje. Simí, por su parte, los seguía por la ladera del monte, maldiciendo a David, tirándole piedras y levantando polvo. 14El rey y quienes lo acompañaban llegaron agotados a su destino, así que descansaron allí. 15Mientras tanto, Absalón y todos los israelitas que lo seguían habían entrado en Jerusalén; también Ajitofel lo acompañaba. 16Entonces Husay el arquita, amigo de David, fue a ver a Absalón y exclamó: ¡Viva el rey! ¡Viva el rey! 17Absalón le preguntó: ¿Así muestras tu lealtad a tu amigo? ¿Cómo es que no te fuiste con él? 18De ningún modo respondió Husay. Soy más bien amigo del elegido del Señor, elegido también por este pueblo y por todos los israelitas. Así que yo me quedo con usted. 19Además, ¿a quién voy a servir? Serviré al hijo, como antes serví al padre. 20Luego le dijo Absalón a Ajitofel: Pónganse a pensar en lo que debemos hacer. 21Ajitofel le respondió: Acuéstese usted con las concubinas que su padre dejó al cuidado del palacio. De ese modo todos los israelitas se darán cuenta de que Su Majestad ha roto con su padre, y quienes lo apoyan a usted se fortalecerán en el poder. 22Entonces instalaron una tienda de campaña en la azotea para que Absalón se acostara con las concubinas de su padre a la vista de todos los israelitas. 23En aquella época, recibir el consejo de Ajitofel era como oír la palabra misma de Dios, y esto era así tanto para David como para Absalón.Capítulo 17
Consejos de Ahitofel y de Husai
1Además, Ajitofel le propuso a Absalón lo siguiente: Yo escogería doce mil soldados, y esta misma noche saldría en busca de David. 2Como él debe de estar cansado y sin ánimo, lo atacaría, le haría sentir mucho miedo y pondría en fuga al resto de la gente que está con él. Pero mataría solamente al rey, 3y los demás se los traería a Su Majestad. La muerte del hombre que usted busca dará por resultado el regreso de los otros, y todo el pueblo quedará en paz. 4La propuesta le pareció acertada a Absalón, lo mismo que a todos los ancianos de Israel, 5pero Absalón dijo: Llamemos también a Husay el arquita, para ver cuál es su opinión. 6Cuando Husay llegó, Absalón le preguntó: ¿Debemos adoptar el plan que Ajitofel nos ha propuesto? Si no, ¿qué propones tú? 7Esta vez el plan de Ajitofel no es bueno respondió Husay. 8Usted conoce bien a su padre David y a sus soldados: son valientes, y deben estar furiosos como una osa salvaje a la que le han robado su cría. Además, su padre tiene mucha experiencia como hombre de guerra y no ha de pasar la noche con las tropas. 9Ya debe de estar escondido en alguna cueva o en otro lugar. Si él ataca primero, cualquiera que se entere dirá: Ha habido una matanza entre las tropas de Absalón. 10Entonces aun los soldados más valientes, que son tan bravos como un león, se van a acobardar, pues todos los israelitas saben que David, su padre, es un gran soldado y cuenta con hombres muy valientes. 11"El plan que yo propongo es el siguiente: Convoque Su Majestad a todos los israelitas que hay, desde Dan hasta Berseba. Son tan numerosos como la arena a la orilla del mar, y Su Majestad mismo debe dirigirlos en la batalla. 12Atacaremos a David, no importa dónde se encuentre; caeremos sobre él como el rocío que cae sobre la tierra. No quedarán vivos ni él ni ninguno de sus soldados. 13Y si llega a refugiarse en algún pueblo, todos los israelitas llevaremos sogas a ese lugar, y juntos arrastraremos a ese pueblo hasta el arroyo, de modo que no quede allí ni una piedra. 14Absalón y todos los israelitas dijeron: El plan de Husay el arquita es mejor que el de Ajitofel. Esto sucedió porque el Señor había determinado hacer fracasar el consejo de Ajitofel, aunque era el más acertado, y de ese modo llevar a Absalón a la ruina. 15Entonces Husay les dijo a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: Ajitofel les propuso tal y tal plan a Absalón y a los ancianos de Israel, pero yo les propuse este otro. 16Dense prisa y mándenle este mensaje a David: No pase Su Majestad la noche en los llanos del desierto; más bien, cruce de inmediato al otro lado, no vaya a ser que Su Majestad y quienes lo acompañan sean aniquilados. 17Jonatán y Ajimaz se habían quedado en Enroguel. Como no se podían arriesgar a que los vieran entrar en la ciudad, una criada estaba encargada de darles la información para que ellos se la pasaran al rey David. 18Sin embargo, un joven los vio y se lo hizo saber a Absalón, así que ellos se fueron de allí en seguida. Cuando llegaron a la casa de cierto hombre en Bajurín, se metieron en un pozo que él tenía en el patio. 19La esposa de aquel hombre cubrió el pozo y esparció trigo sobre la tapa. De esto nadie se enteró. 20Al pasar los soldados de Absalón por la casa, le preguntaron a la mujer: ¿Dónde están Jonatán y Ajimaz? Cruzaron el río respondió ella. Los soldados salieron en busca de ellos, pero como no pudieron encontrarlos, regresaron a Jerusalén. 21Después de que los soldados se fueron, Jonatán y Ajimaz salieron del pozo y se dirigieron adonde estaba David para ponerlo sobre aviso. Le dijeron: Crucen el río a toda prisa, pues Ajitofel ha aconsejado que los ataquen. 22Por tanto, David y quienes lo acompañaban se fueron y cruzaron el Jordán antes de que amaneciera. Todos sin excepción lo cruzaron. 23Ajitofel, por su parte, al ver que Absalón no había seguido su consejo, aparejó el asno y se fue a su pueblo. Cuando llegó a su casa, luego de arreglar sus asuntos, fue y se ahorcó. Así murió, y fue enterrado en la tumba de su padre. 24David se dirigió a Majanayin, y Absalón lo siguió, cruzando el Jordán con todos los israelitas. 25Ahora bien, en lugar de Joab, Absalón había nombrado general de su ejército a Amasá, que era hijo de un hombre llamado Itrá, el cual era ismaelita y se había casado con Abigaíl, hija de Najás y hermana de Sarvia, la madre de Joab. 26Los israelitas que estaban con Absalón acamparon en el territorio de Galaad. 27Cuando David llegó a Majanayin, allí estaban Sobí hijo de Najás, oriundo de Rabá, ciudad amonita; Maquir hijo de Amiel, que era de Lo Debar; y Barzilay el galaadita, habitante de Roguelín. 28Éstos habían llevado camas, vasijas y ollas de barro, y también trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, 29miel, cuajada, queso de vaca y ovejas. Les ofrecieron esos alimentos a David y a su comitiva para que se los comieran, pues pensaban que en el desierto esta gente habría pasado hambre y sed, y estaría muy cansada.La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 by www.biblica.com, Inc.®. All rights reserved worldwide.